Uno de los principios
básicos de la religión vudú era, y es, que la vida de los
ancestros continúa después de la muerte; y otro, se podía interactuar
directamente con los espíritus.
Pero había más y más
principios básicos.
Por mucho que el viajero insatisfecho tratase de
analizar y descomponer, jamás entendería la ceremonia que acababa de presenciar
a pleno día, con un sol punzante, cuando todos los libros decían que era en
general nocturna.
¡Vaya -pensó- ceremonia para
turistas!.
Otra vez el leonés se
sintió estafado y sableado por los ‘listos’, rondadores de torpes blancos “para
mostrarte esto y lo otro”.
Y lo sabía antes de
ir, pero……., no se arrepintió de haber ido.
El agradable paseo en
piragua desde el poblado lacustre de Ganvié,
en el lago Nokoué, hasta el vecino asentamiento semilacustre de So-Tchanhoué, donde presenció el
ritual, ya compensaba el engaño.
El vudú
era, y es, baile; era, y es, ‘religión bailada’. Los movimientos del cuerpo
humano imitaban los de algunos animales y ellos adquirían el poder y atributos
del animal imitado.
El coro de rollizas
mujeres que se incorporó al espectáculo no dejó de bailar, entretanto el
oficiante del grupo danzaba y tarareaba. Removía los feos fetiches que había
encima de aquel aparente altar, agarraba con fuerza un mustio pollo y
restregaba con él los fetiches, mientras la música de tambores y el
ruido-hojalata de las campanillas allí colocadas no dejaban de sonar. Con dos
movimientos bruscos, quebró -en vivo- ambas patas al pollo, al que este mochilero
vio en sus ojos sufrir. Después de varias vibraciones y extravagantes saltos,
con un certero machetazo cortó la cabellera del alado que se retorció hasta
morir.
¡Espeluznante!.
Con la sangre
brotada, espolvoreó los amuletos del altar.
Las mujeres
bailoteaban, curvando sus orondos cuerpos, tocando palmas y, alguna, golpeando
con sus exuberantes, abultados, desnudos y brillantes pechos negros aquel aire caliente, tostado por el
sol.
Una tétrica gala de
música, ruido, baile y espíritus supuestos.
Uno de los personajes
que allí se estremecía levemente con el canto, se retorció de pronto en una
convulsión profunda, girando y dando vueltas por el empolvado suelo. Había
entrado en trance, supuso el viajero, consecuencia de aquella mezcolanza de
música, cantos y ‘estimulantes naturales’ ingeridos. Su estado de
semiinconsciencia permitía, según parece, una “mejor comunicación con los
espíritus”. En la confusión y el caos organizados, el mochilero observó luego
cómo, vestido con un faldón de rafia, se embadurnaba como un patán el cuerpo
con un amarillento líquido.
Al lado del pequeño
templo vudú, medio escondidas detrás de unas planchas de latón, había
varias botellas vacías de ‘sadavi-vino
de palma’ y de un vulgar gin. Viendo
lo que veía y las botellas consumidas, era fácil imaginar el germen del trance.
Ceremonia vudú,
ceremonia de confusión.
Tendremos que respetarla.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013
Vaya, al parecer soy el primeroque llega hasta esta ceremonia...de la confusión: si tú , que has estado allí, no llegas a entenderla, imagínate yo!
ResponderEliminarSea o no estafa, Blas, -los detalles indican que sí-, consuélate: has disfrutado de un agradable paseo en barca. Y ya sabes: lo importante es el camino.
Un abrazo: emilio
Subscribo las palabras de Emilio y a veces una turistada queda compensada con otras vivencias que no tienen que ver con el propósito de la visita al lugar de turno, y el cabreo inicial se convierte en anécdota graciosa con el tiempo.
ResponderEliminarMe gustaría haber estado allí para ver ese famoso Vudú y sea de dia o de noche saber en que consiste.
Saludos :)
Por supuesto que la respetamos, como tus palabras hacen al describirla tan puntualmente.
ResponderEliminarDe ese tipo de ceremonias proviene buena parte de nuestra cultura, y hasta es posible que tendamos a volver a ellas dada la escasa respuesta que han dado a nuestros problemas otro tipo de enfoques.
Gracias y saludos.
Pero...LOS PATHANS, tambien han llegado por Benin?
ResponderEliminarMadre mia! Que mescolanza! Jajaja!
Yo habia asistido a ceremonias vudu nocturnas o en sitios cerrados y oscuros...
Ahi todo esta claro como la luz del dia. Sera que tienen otros empleos al anochecer o que los turistas no traviesan el lago en las tinieblas.
Besos
Estafado y sableado, leonés, pero..., ¡y las cosas que tienes para contar a tus nietos!!!
ResponderEliminarSi da mucho respeto imaginar la ceremonia “en vivo y directo”, cegados por la luz del sol…, supongo lo que será vivirla a luz de la luna… ¡A ver quién es el guapo que duerme después! (jé)
BlasFTomé, como bien dices, es espeluznante lo del pollo… Da escalofríos pensarlo y, en mi caso, recordarlo (pero sin vudús) porque, tu detallada descripción, me ha llevado a unos recuerdos, nada agradables, que presencié en una ocasión, cuando era muy pequeña. Como se desangraba al pollo, o a la gallina, en el pueblo de mis veranos…(terruño de mis entretelas), pero con el fin de ir a la cazuela… No te daré los detalles…
Viajero, yo, por mucho que ‘pesen’, me quedo con la “ceremonia” de los candados… Pero… no me he arrepentido de haber venido a “tu” vudú. Nunca me defraudadas.
Algo confundida yo también, ante el vudú y los ‘aleteos’ de recuerdos..., te dejo un besazo, con el único ‘aditivo’, de unos granos de café;-) Dejaremos el “gin” para más tarde;-)
Y, como por aquí no hay farolas.., me quedaré a la sombra de una “tata-somba”, en espera de la próxima aventura del mochilero-viajero.
Pilar
No deja de ser toda una experiencia, aunque resulta un tanto repugnante. Pero sí, respetemos las tradiciones de aquellos pueblos.
ResponderEliminarUn abrazo, viajero.
Forma parte del negocio, como casi todo, pero mira; si lo ves con luz y "taquigrafos" ó fotografías, es entretenido como cuando nos hacen ver caras en piedras y paisajes. Bueno
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