Este leonés, cuando viaja, siempre termina sus
paseos en los mercados. No es que pretenda llegar a ellos -a veces, sí- es que
se los encuentra cuando más perdido está por las locas caminatas sin rumbo que
dedica a las grandes ciudades o pequeñas poblaciones.
Una colectividad humana ésta de
los mercados que va a lo suyo, que avanza parsimoniosamente entre tenderetes,
cestos de frutas y verduras, bultos de ropa usada, charlas de comadres y fardos
de comida. Una colectividad que se apresura a tapar, con empujones, andares y
huellas, las huellas u olor del paso del aventurado visitante. Algunos metros
transitados entre la multitud en el centro de esos mercados bastan para abolir
el mundo exterior, el de la calle; un universo deja lugar a otro bien distinto,
donde el sentido del olfato se agudiza y el sentido de la vista se alerta y se
previene.
Pero el viajero insatisfecho
con pinta extranjero o el sursuncorda, aunque quiera, nunca pasa desapercibido.
Aunque pareciera que la incondicional mezcolanza con la multitud, muy propicia
en los mercados, le va a llevar a pasar inadvertido siempre se encuentra unos
ojos que observan sus movimientos preguntones y, a veces, admirativos. Cuando fotografía, le lanzan esa mirada de reproche, de curiosidad o sorpresa
aunque, casi siempre, sea difícil discernir su tipo. Se le encogen los músculos
al saberse sorprendido y nunca sabe si debiera pedir disculpas, agradecer el
gesto o hacerse el despistado; mostrarse firme cuando recibe una regañina o excusarse con el que se muestre ofendido.
¡Le han pillado, viajero y
fotógrafo aprendiz!.
¡Ríndase ante la evidencia!.
Copyright © By Blas F.Tomé 2012
Está claro que un blanco llamará la atención en cualquier mercado de África...aunque comparto la idea de conocer mejor esas culturas en esos centros de intercambio, transacción y comunicación que en las clásicas visitas "guiadas" !
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
En eso de los mercados estamos de acuerdo, Blas. En cuanto a las miradas al fotógrafo, las habrá de curiosidad o de sorpresa, pero yo creo que en ocasiones son también inquisitivas: ¿qué carajo querrá este tipo fotografiar? ¿por qué le llama esto la atención?
ResponderEliminarPD. Lo del libro del canal de Panamá -no su lectura, sino las dificultades para acceder a él- casi que dan para un post. A lo mejor me animo otro día y escribo algo. Un abrazo: emilio
¡Vamos a ver, 'emilio'!. Si verdaderamente estas interesado (y creo que sí) envíame un correo con tu dirección y te lo envío sin falta ["El país creado por Wall Street"]. Eso si, bajo 'juramento hipocrático' de vuelta (ji).
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta la mezcolanza y los mercados, y especialmente los africanos. Universos apasionantes "donde el sentido del olfato se agudiza y el sentido de la vista se alerta y se previene" como bien dices y muestras.
ResponderEliminarEs lógico que un blanquito fotografiando y curioseando llame la atención en ocasiones, y más con tu melena leonesa y canosa al viento ;)
Un beso (preparando Namib inminente)
Consuélate Blas: no solo somos blancos... es que además parecemos blancos. Es imposible pasar desapercibidos en un mercado de África. Pero sería el momento de sacar tus innegables dotes persuasivas y de "yo no he roto un plato en mi vida" para ganarte la confianza de esas matronas. Aunque les saques fotos sin su permiso. Un abrazo!!!
ResponderEliminarAh, los mercados... Esos lugares únicos que no se parecen a nada y parecen resumirlo todo.
ResponderEliminarYo, con mi timidez, intento que no me vean hacer fotos cuando estoy en ellos.
Gracias y saludos.
Los mercadillos son muy interesantes, a través de ellos se aprecian muchas cosas que no se ven en los comercios convencionales.
ResponderEliminarAhora bien, al igual que Mark, pienso que un blanco en medio de tanto negro no es nada difícil que no destaque.
Un abrazo, Blas.
¡Ostras Pedrín! Que post tan guapo que te ha quedado, menudo trapicheo que te llevas con el lenguaje que le pone color a tus 'comistrajos fotográficos', mi señor rey del 'fotochop'.
ResponderEliminarQuerido, no hay dios que adivine si las miradas son de reproche, tomadas desde tan lejos pero, puestos a apostar, yo diría que no, que son miradas, solamente miradas y que, si les hubiéramos de poner adjetivo, no sería 'reproche' el adecuado, más bien serían miradas de mirar algo que no se puede ver todos los días, porque no siempre, en un mercado africano, aparece un tigre de León, paseando sigiloso, tratando de pasar desapercibido mientras degusta todo el color, el olor, la vida que allí se muestra.
Luego, sigo, niño de los peines rotos, disfrutando de tus 'me-reconcomos'... prepárame algo de merendar para el paseo.
Besos, rey del mambo.