14 de junio de 2011

La emocionante vida vegetal

Cuando a la naturaleza se la permite hacer, sin molestar, nos deja muestras como las de esta fotografía.
En un pequeñísimo islote del archipiélago de San Blas (Panamá), despoblado de humanos y también animales, únicamente algún ave posábase en sus palmerales, se producía sin engaños el milagro de la vida.
La pequeña palmera crecía en el arenal de aquella isla; se veía su fuerza y no era un huracán; se veía la potencia de sus hojas y se olía la brisa marina que acariciaba a su sombra. Se apreciaba aún el coco enraizado en la arena, el coco germinando ese brote de esperanza. El proceso vital se había iniciado en aquel paraje abandonado. Encontrar este mínimo apunte de vida era fácil, y admirarlo ayudaba a olvidar la ñoña sensación del viajero principiante.
Pero, aún así, emocionaba estar al lado de aquella planta. El viajero insatisfecho ni se atrevió a tocar una sus hojas; se alejó un poco, se agachó y sacó la fotografía. Luego caminó serpenteante un rato, obsesionado por localizar algún otro signo tan palpable, que no pudo encontrar. Allí, en territorio cuasi-virgen, la fuerza natural era mayor y evidenciaba, por contra, mejor que en otro sitio la capacidad dañina del hombre.




Copyright © By Blas F.Tomé 2011

4 comentarios:

  1. Hey? Otra vez... caramba. Te dejé un comentario desaparecido pero ya repetirlo se pierde, no sé el qué. Pues eso, que acusaba recibo de lo que nombras. La magia de la vida y el asombro a poco que se observe esa potencia que nos rodea continuamente y que solemos ignorar. Abrir los ojos. Saludos.

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  2. Dejar hacer, dejar ser, no interferir. Lo más fácil, lo menos cansado pero... ahí está el humano, haciéndolo todo al revés y cargándose todo a su paso.
    Sabes transmitir el respeto y, como siempre, dejar lugar para la cavilación.
    Hermosas letras, viajero, hermoso sentir.
    Besazos, currante.

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  3. Preciosa la foto y la alegoría, pero yo sí la hubiera tocado y retocado, por si fuera la última vez que la viera

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