Por la fotografía bien pudiera ser un pueblo de La Mancha, y la silueta, tal vez, de un Don Quijote reencarnado, sin su Rocinante, pero posando para la posteridad.
No.
No, la ciudad es Cartagena de Indias (Colombia) y la silueta, la del viajero insatisfecho. Hermosa ciudad esta Cartagena de 1994 (Uff, ¡cómo pasa el tiempo!). Uno se imaginaba, entonces, encontrarse con Gabriel García Márquez en cualquier esquina o sentado en cualquier Café, leyendo y releyendo la crónica local.
- Eeeeh, viajero. Gabo quiere verte, le gritarían.
Pero, no. Lo que realmente descubrió fue al colombiano alegre, acogedor, y reservado, en muchos casos. La parte vieja era un hervidero de tiendas de recuerdos, antiguos palacetes, casas de viejos indianos,…., y bellas colombianas, que miraban marrones con viveza, curiosidad y candor.
Los días de Cartagena fueron menos claustrofóbicos que los de Bogotá, no en exceso pero lo fueron. La guerrilla era un problema y el avión se erigió como la mejor solución para ascender desde la capital hasta orillas del mar.
- El autobús es peligroso.
- La guerrilla esta por toda la ruta.
- Se producen muchos robos, asesinatos y secuestros.
Con estas recomendaciones bogotanas era complicado meterse inconsciente en un atestado autobús.
No siempre el mochilero necesitaba escuchar estos mensajes protectores.
No siempre eran verdad.
No.
No, la ciudad es Cartagena de Indias (Colombia) y la silueta, la del viajero insatisfecho. Hermosa ciudad esta Cartagena de 1994 (Uff, ¡cómo pasa el tiempo!). Uno se imaginaba, entonces, encontrarse con Gabriel García Márquez en cualquier esquina o sentado en cualquier Café, leyendo y releyendo la crónica local.
- Eeeeh, viajero. Gabo quiere verte, le gritarían.
Pero, no. Lo que realmente descubrió fue al colombiano alegre, acogedor, y reservado, en muchos casos. La parte vieja era un hervidero de tiendas de recuerdos, antiguos palacetes, casas de viejos indianos,…., y bellas colombianas, que miraban marrones con viveza, curiosidad y candor.
Los días de Cartagena fueron menos claustrofóbicos que los de Bogotá, no en exceso pero lo fueron. La guerrilla era un problema y el avión se erigió como la mejor solución para ascender desde la capital hasta orillas del mar.
- El autobús es peligroso.
- La guerrilla esta por toda la ruta.
- Se producen muchos robos, asesinatos y secuestros.
Con estas recomendaciones bogotanas era complicado meterse inconsciente en un atestado autobús.
No siempre el mochilero necesitaba escuchar estos mensajes protectores.
No siempre eran verdad.
Copyright © By Blas F.Tomé 2010
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