2 de marzo de 2007

¿Puedo saludar?

¿Puedo saludar?.
(El fantasma viajero de mi blog me advierte que no debo convertirme en garrulillo de las tecnologías, pero me autoriza a saludar, sin poder insistir mucho en el futuro -me dice- sobre este tema. Se sentiría ofendido).
Bueno, pues, saludo a todos los que me leen, que son pocos; a mis amigos, que lo hacen -algunos-; a mi familia, que no me lee,…. (el fantasma comienza a encontrarse mal y no debo seguir).
Y voy camino del Tahuantinsuyo, verdadero nombre del imperio inca, que Francisco Pizarro se encontró allá por el año 1532. El conquistador español se dirigió con fuerza al corazón de este imperio, donde capturó al jefe inca Atahualpa y puso, así, final al siglo de dominación inca en este territorio. Su capital, Cuzco (Cusco, para mi amigo), no servía mucho a los españoles, que necesitaban una capital en la costa para mantener la comunicación con España, y de ahí que Pizarro fundara Lima. A lo largo de los años, Lima se convirtió en el principal centro político, social y comercial de la región andina mientras Cuzco languidecía.
Y en mi mente escucho a Atahualpa hablar regio, engreído, soberbio, valiente y digno con sus seguidores y también con los españoles. Ahora, en mis primeros pasos por este territorio de pasado inca, me encuentro a sus descendientes hablando más o menos así:
“Júrame, mi cholita, que no se lo dirás a nadie, pues no querrás que tu cuñadito vaya preso. Sólo tienes que callarte, no más. Mamacita me ayudará y ninguna perica se meterá conmigo nunca más. Imagínate, mi cholita, que la otra noche lo chapé tomando tiempo con un cronómetro mientras hacíamos cositas,….”.
Me sorprendió este país al llegar por la frontera ecuatoriana. El paisaje por donde el bus transitaba durante horas era muy parecido al que se ve en la fotografía. Desierto, con dunas, y carreteras y puentes destrozados en ciertos lugares por el pasado fenómeno de El Niño.

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