11 de marzo de 2007

Contradicciones en el altiplano

La mujer más fotografiada del planeta Tierra podría haber sido una de las muchas sharapovas que hay en el circuito de tenis o una de las angelinas jolie del celuloide o, quizás, una noemi campbell de las pasarelas, pero no, el día D, a la hora H, lo fue una anciana señora del altiplano peruano, a una altitud de unos 4.500 metros, con un rebaño de alpacas al fondo y en la lejanía la cordillera andina nevada y vigorosa como una sucesión volcánica. Todos sabemos lo que significa el altiplano, esa tierra alta, yerma, tamizada de hierba pajiza, de fríos humedales, donde amenaza el "soroche" desde el momento que comienzas a ascender, en mi caso, desde la ciudad de Arequipa.
Uno, dos o cinco soles (moneda peruana) por una fotografía, según la generosidad del francés, italiano, español o canadiense que quisiera retratarse con esta sharapova, jolie o campbell de las alturas y en este inhóspito territorio.
Yo retrasaba el momento, esperando ver que todo el grupo fuese retratado en tan digna fotografía o, tal vez, esperando se disiparan mis ganas de acercarme a tan soberana señora del altiplano, y entregarle uno o dos soles según lo que mi conciencia me indicase.
Pero allá fuí, pedí colaboración a uno de mis colegas de bus (un mosaico de nacionalidades) a quien entregué mi cámara, coloqué unos soles en la mano de la buena señora, que agradeció el gesto con una palabra, casi un sonido, que no entendí y esperé el click de la cámara que inmortalizara el momento con mi particular angelina jolie.
Me sentí bien, fotografiando a llamas y vicuñas. Me sentí mal, fotografiado con aquella buena mujer de la puna (altiplano) pero, luego, superado mi complejo de turista japonés, posé deseoso y cariñoso con una baby alpaca.

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