17 de marzo de 2007

El río sagrado

A unos centenares de metros de La Raya, la cota más alta de la carretera que circula de Puno a Cuzco (ver fotografía), nace el río Vilcanota, desapercibido, casi torpe, con el único vestigio de fuerza al formar un pequeño salto de agua que termina en el valle, muy cerca de la carretera, a la que atraviesa por un pequeño puente. Luego va formando unos pequeños meandros sobre una pradera de hierba áspera y verde, muy verde. A lo largo del valle muchos eucaliptos crecen con fuerza, como moteando las laderas con un verde aún más intenso. Observé el "reguerucho" mucho rato hasta que nuestro bus se alejó por una de las laderas que conforman el valle. Atravesamos -y el arroyuelo también- varios diseminados pueblos como Aguas Calientes (nada que ver con el Aguas Calientes, cercano a las ruinas de Machu-Picchu), Occobamba, Marangani,.... Casas de adobe, tejados de hojalata -algunos de teja- y en las cercanas laderas, terrazas rudimentarias sembradas de algún producto propicio para ese clima.
Al llegar a Sicuani, otro de estos pueblos, pregunté a uno de los locales por la gran cantidad de eucaliptos: "Son australianos, traídos hace años para evitar la erosión". Perplejidad. ¿Y antes?, añadí. "Había otro tipo de árboles, como chachacoma, queñue, molles, queshuer,....". Y recordé la errática política forestal en España de hace años, cuando se plantaron también eucaliptos, que dañan el suelo y pervierten la identidad de las zonas repobladas.
El río, por tradición sagrado para los pueblos de esta zona y sus antiguos pobladores, no merecería ninguna nota si no fuera porque cuando se acerca a la ciudad de Cuzco se convierte en el río Urubamba, para, kilómetros y kilómetros más abajo, mutar en Ucayali y finalizar convirtiéndose, allá por la ciudad de Iquitos, en el río Amazonas.

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