
Se abordaba la bahía entre el ruido ronco del motor de ‘la boat’ y el cercano, siniestro y misterioso territorio manglar, en el pasado -según el libro/guía, no comprobado- infestado de gaviales, los cocodrilos más grandes del mundo. El barquero/piloto, que se adentraba con su pequeño ‘paquete-turístico’ (dos personas) en las tranquilas aguas, era un simpático viejete musulmán, en sus días de Ramadán lo que no le impedía fumar con frecuencia sus cigarros y algún “Ducados” de regalo, cuando no era observado por otro correligionario muslin. Una hipocresía más de las muchas a las que lleva la imposición de un estricto seguimiento religioso, en general, y musulmán, en particular.

No va a describir este mochilero todo el impresionante panorama. Numerosos pequeños macizos isleños que se vislumbraban a lo lejos borrosos en aguas contaminadas [en este caso, ¡viva la contaminación!] por la suave calima del mar de Andamán. La isla de Kao Tapoo, apodada [también, utilizada como reclamo turístico] ‘James Bond Island’ desde que se filmaron algunos exteriores de El hombre de la pistola de oro con Roger Moore delante de ese alto y esbelto bloque monolítico, era una de las más visitadas.
¡Venga el turismo alimentado por el famoso Agente 007!.

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