Ballenas
Ahora
que la población mundial, excepto japoneses y alguno más, se ha sensibilizado
con el peligro de extinción de las ballenas, el viajero insatisfecho, como fiero luchador de la causa, se lanzó a una excursión expresa para su avistamiento.
¡Y
qué fácil resultó!
Hacía
poco, en España, había leído en algún periódico que en el golfo de San Lorenzo se habían
encontrado varias ballenas muertas de una especie en peligro de extinción, las
ballenas francas glaciares. Nadan muy lento y producen mucha grasa, por lo que
estos grandes cetáceos fueron una presa fácil para los antiguos balleneros.
Lo
recordó estando por la zona de Quebec, y cuando conoció, a través
de un folleto, que organizaban viajes en zodiac
para su avistamiento, no dudó en unirse a la batalla. Ya en la población de Tadoussac,
puerto de partida, pudo comprobar que había toda una infraestructura turística
para llevar a los curiosos a la zona clave. Cientos y cientos de personas,
miles, lo hacían diariamente, en grandes zodiac
o en barcos preparados para tal manifestación turística.
¿No
hay alguna actividad viajera en este mundo actual donde se pueda disfrutar en
solitario, al margen de todo este meollo turístico? El mochilero leonés sabe
que sí y que lo podría realizar sin mayores problemas. Solo necesitaría un
vuelo a Abiyan, a Libreville o Kinshasa. A Douala o Lomé. Se acabaría, así,
toda esta prole de turistas de 4x4 y furgonetas AC.
Escena de avistamiento
Pertrechados
de aquel uniforme naranja anti-chapuzón de agua, se lanzaron a las tranquilas
aguas del San Lorenzo. Un hermoso día caía sobre los curiosos de la zodiac, con bellas formaciones de nubes
encima y a lo lejos. Ver surgir una ballena enseñando primero su lomo cada vez
más inmenso para luego sumergirse de nuevo, con un mínimo salto y exhibiendo su
cola semilunar, fue deslumbrante. Muchos ‘¡oh!’, expresiones de admiración.
Esta zona del San Lorenzo era uno
de los pocos lugares del mundo donde se podía ver tal variedad de cetáceos
marinos. Lo que les atraía aquí eran los inmensos bancos de kril, pequeños crustáceos similares a las gambas, pero diminutos.
La corriente de agua dulce que surgía de uno de los fiordos laterales, al
mezclarse con la salada, reunía y acumulaba una bolsa de nutrientes, fitoplancton, elemento fundamental de la
cadena trófica de los ecosistemas oceánicos. La guía canadiense que acompañaba
al grupo -hablaba un perfecto español- fue muy precisa a la hora de explicar
este fenómeno que era totalmente físico y carecía de otra interpretación. Eso sí,
apuntó que, si bien la temporada estaba en su apogeo, circunstancias extrañas
podrían abocar a que un determinado día no se pudiera avistar una sola ballena.
La
naturaleza salvaje y libre tiene esas cosas inexplicables, aunque lógicas.
Había
muchas ballenas aquel día. Salían de vez en cuando a respirar, deleitando a
todos los curiosos de las zodiac. No
sabe cuántas especies pudo ver: ¿ballenas azules?, ¿ballenas jorobadas?,
¿ballenas comunes?, ¿ballenas minke? Lo
desconoce, pero fue ¡un bonito espectáculo! Lo que no vio fueron los lomos
blancos de las belugas, en grave peligro de extinción.
Aunque,
sí, ¡una bonita exhibición!
De regreso, dos de las zodiac realizaron otra demostración de
velocidad, carente de peligro en aquel mar tranquilo, que todo el mundo
aplaudió. Incluso las nubes soltaron unas gotas de agua de regocijo y placer, supone.
Se acercaron a las grandes paredes del fiordo, moles rocosas salpicadas de verde,
y el piloto y la guía despidieron a todo el pasaje en el puerto con simpatía y
buen humor.
La ballena y la zodiac
El V(B)iajero Insatisfecho, dirigiéndose a la zona
Copyright © By Blas F.Tomé 2019
Vaya! Que me alegro que al menos te llevaras un par de bellos recuerdos de tu denostada Canadá.
ResponderEliminarMira, yo ahí no pude ni quise ir... había visto ya muchas en Puerto Madryn, Argentina, además, estaba ya arruinada.
Bsssd
Avistando y 'turisteando' que hubieses dicho, quizás, también... No sé...
ResponderEliminarIndudablemente tiene que ser un bonito espectáculo verlas saltar, o, simplemente, verlas... Aunque yo diría mejor, contemplarlas, admirarlas... Y hasta aprender de ellas... ¡Un precioso momento!... Sin duda alguna tuvo que ser así, querido viajero... Muy especial...
Nuestras reacciones, expresiones, de sorpresa siempre suelen ser esos '¡oh!'... '¡guau'... etc. Pero, a la vez, siempre he pensado, me he preguntado, qué pensarán ('si emitirán también algún '¡ooooh!') las ballenas (o delfines), al ver el espectáculo desde el otro lado, desde sus ojos... A saber que 'dirán en su idioma', ante semejante espectáculo humano y mecánico.. :)))
Avistamiento... No sé por qué siempre me suena, lo relaciono además con los OVNIS... ¿No vendrán ellos a vernos a nosotros así también?... (¿?)
Ainssss esa mochila azul de nuestro viajero favorito lo que no habrá visto... Por cierto, la foto de tu 'avistamiento', así a primera 'visual', parecía que estabas abrazado. :))
Abrazo por aquí y también besotesss
No sabes, Blas, la de Geografía que se aprende con tus viajes. Nunca había oído hablar de Tadoussac. Lo he buscado en el mapa para hacerme una idea más exacta de tu excursión y también he encontrado unas fotos del lugar. No sé si será para atraer a los turistas, pero parece un lugar agradable. Por cierto, no sé si la zodiac te habrá costado lo que allí se dice, pero si es así te imagino poniendo el grito en el cielo (por decirlo de manera 'fina').
ResponderEliminarAh! y estoy de acuerdo con lo que dice Pilar de una de tus coloristas fotos: a primera vista parecía que estabas abrazado :)
Un abrazo!
Joer Blas. Ni un niño en Disney relataría tal emoción. Afortunado te debes de sentir de haber visto esos pececitos. Aunque el ¡oh! ese le sentaría igual al viajero insatisfecho que los aplausos del aterrizaje de un vuelo de Ryanair. Poquito, poquito habrá por ahi que te pueda sorprender. Si ha sido esto. Pues bien valió la pena verlas. Saludo
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