Volcán Ijen (Java)
La ascensión al borde del cráter del volcán fue dura, según lo previsto. Un buen sendero pero con desniveles muy pronunciados hacían de la subida, desde el aparcamiento donde había quedado el coche, un difícil entretenimiento. Una vez en el borde -serían aproximadamente las 3 de la madrugada- eran necesarios 45 minutos de descenso por el interior del cráter hacia donde se producía la emisión del azufre, y lo que el grupo iba buscando: el 'blue fire' (la llamarada azul). Este particular fenómeno tenía su explicación porque en este volcán la roca fundida con lava que emergía de la tierra a temperaturas altísimas venía mezclada con gran cantidad de gases sulfúricos, que se incendiaban al contacto con el aire y producía esas llamaradas de color azul. Había tanto azufre que a veces fluía hacia abajo de la roca cuando se quemaba, haciendo que pareciera como si la lava azul se derramase por la ladera (así lo vio por momentos).
El minero sube en sus hombros el azufre
Pero una vez -en el fondo del cráter- a la misma orilla de la salida de gases que, de vez en cuando, el aire llevaba hacia las personas (mineros y visitantes), que quedaban envueltas en medio de una peligrosa nube de azufre (aunque cada uno iba provisto de máscaras de gas), el cercano espectáculo de llamaradas azules sorprendía. La poca calidad de la cámara fotográfica que llevaba este mochilero impide apreciar en las instantáneas la peculiar belleza, pero puede asegurar que fue un momento mágico, de los que cualquier humano recordaría toda su vida.
Blue fire
Un inolvidable momento.
Minero trabajando al borde del lugar de emisión del azufre (este, sí, con máscara)
Increible.
Con una linterna en la cabeza que no iluminaba mucho, era necesario subir con cuidado pues en algunos tramos se apreciaba el precipicio rocoso.
Amanecía poco a poco.
En una de las paradas obligadas en el ascenso (sobre las 5 de la mañana, ya amanecido), el vistazo el fondo del cráter era bello: se apreciaba por primera vez el lago azul y el humo de azufre en la misma orilla. Y la inmensidad del cráter de extraordinaria belleza.
De nuevo arriba, en el borde, una última observación paciente, madurada ya por el tiempo transcurrido y los minutos de subida. Se veía a lo lejos, en la ladera interior, algún minero subiendo cargado y se oían conversaciones cercanas entre los mineros descansando arriba. Un instante de relax por haber cumplido con éxito el tramo, y la safisfacción (insatisfecha) por haber visto, en la oscuridad de la noche, la llamarada azul.
El V(B)iajero Insatisfecho, arriba, después de subir del fondo del cráter
Copyright © By Blas F.Tomé 2017
Ya sabes que a mi me haces feliz con estos relatos volcánicos. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Parece que no el azufre puede con el TIGRE DE LEON....
ResponderEliminarHola Blas: Comparto ese momento mágico en la distancia. Siempre le gustaría a uno tener para esos momentos el mejor equipo fotográfico, pero casi siempre sucede que, por una u otra circunstancia, no puede uno echar mano de él en esos momentos. Lo importante es que tú lo has vivido y nosotros también lo hemos disfrutado. Un abrazo: emilio
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