El volcán Concepción, desde el muelle de Moyogalpa
El volcán Concepción desde otro lado de la isla
La
mejor manera de llegar a la isla era agarrando un ferry en la ciudad de Rivas
y eso hizo el viajero insatisfecho.
Madrugó ese día y tomó el primer ferry que salía, cree recordar, a las 7 de la
mañana. Un simpático taxista le acercó al muelle. En el trayecto le contó que
conocía otro español que llevaba varios años en la ciudad y regentaba otro de
los hospedajes económicos de allí y le invitó a hospedarse en él. Otra vez
será, le dijo.
Después de algo más de una hora de navegación, el barco dejaba al pasaje en la pequeña ciudad isleña de Moyogalpa, justo en la
base del volcán Concepción. Ya desde el barco, y durante todo el trayecto, se
observaba su figura cónica casi perfecta. Planeaba regresar ese mismo día a Rivas
y no iba preparado para pasar una noche, cosa de la que se arrepintió pues una
vez allí se dio cuenta que la isla se merecía al menos uno o dos días más.
Carteles necesarios por posible erupción del volcán Concepción
Alquiló
una ‘scooter’ y se lanzó, casi con
prisas, a recorrer la isla, parando aquí y mirando allá. Como no es muy ducho
en conducción de motos, siempre mantuvo una velocidad prudencial que evitaba el
peligro. Una carretera bordeaba el volcán Concepción y comunicaba, además, con
el volcán Maderas. Rodeando el primero se encontraba Altagracia, la otra ciudad
importante.
Paseó
por una playa en busca del encuadre de una fotografía que le había gustado pero
que no pudo hacer pues la naturaleza sabia y arbitraria no consulta cambios a
viajeros ni turistas, y visitó la laguna Charco Verde, tan anunciada, pero que
resultó ser poco atractiva. Allí, y en toda la isla, se podía preguntar
detalles sobre el mito de Chico Largo: antiguo propietario de Charco
Verde que se volvió un personaje fantástico por sus supuestos tratos
con el diablo (otro día contará la historia).
Se
arrimó lo más que pudo, por el escaso tiempo disponible, al otro volcán y
conoció Altagracia, la segunda ciudad isleña, donde se acercó a ver
unos petroglifos precolombinos que tanto reseñaban en la guía. Al pasar con su
‘scooter’ por una de las calles se
paró ante una original casa, pintada y repintada de caras conocidas: era la
casa de propaganda del FSLN (Frente Sandinista de
Liberación Nacional). Chávez y el Che, entre otros,
ocupaban la fachada de la vivienda, en la que se apreciaba cierto movimiento.
¿Por qué este movimiento y decoración de la ciudad?. ¿Vendrá ‘el comandante
Daniel (Ortega)’, en breve?.
¡Anda!. ¡Anda con los
sandinistas!, y eso que este leonés oyó duras críticas hacia ‘el comandante
Daniel’, especialmente de aquel personaje sui
generis de Bluefiels, ciudad garífuna nicaragüense, que 'echaba pestes' del comandante.
Copyright © By Blas F.Tomé 2016
Me ha parecido más que interesante el (tu) acercamiento a esa curiosa isla.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Aquí también se leen estos días duras críticas hacia Ortega, pero uno sabe hasta qué punto...
ResponderEliminarEn cuanto a que la naturaleza une y desune con total arbitrio, ya hablaremos otro día más despacio, a tu vuelta.
Un abrazo: emilio