Hoy toca libro.
Sorprendente relato de un autor, Jeffrey Tayler, que no conocía -mejor, del que no había leído nada- sobre su viaje por esos reinos de África dentro del territorio del Sahel, aislados geográficamente y, sin duda, perdidos muchos años, al margen de las insistentes pesquisas del mundo explorador europeo. Para pergeñar este relato, el autor recorrió, en los primeros años del siglo XXI, cerca de 4000 kilómetros de este a oeste en camión, taxi, autobús o barco por el río Níger para acercarnos un territorio olvidado, sin pulir y hostil. “Taylor nos presenta un Sahel acuciado por las rebeliones étnicas y la violencia sectaria, feudo del fundamentalismo y, no obstante, hogar de gentes y pueblos de una hospitalidad y fortaleza extraordinarias”, dicen en la contraportada del libro.
Sorprendente relato de un autor, Jeffrey Tayler, que no conocía -mejor, del que no había leído nada- sobre su viaje por esos reinos de África dentro del territorio del Sahel, aislados geográficamente y, sin duda, perdidos muchos años, al margen de las insistentes pesquisas del mundo explorador europeo. Para pergeñar este relato, el autor recorrió, en los primeros años del siglo XXI, cerca de 4000 kilómetros de este a oeste en camión, taxi, autobús o barco por el río Níger para acercarnos un territorio olvidado, sin pulir y hostil. “Taylor nos presenta un Sahel acuciado por las rebeliones étnicas y la violencia sectaria, feudo del fundamentalismo y, no obstante, hogar de gentes y pueblos de una hospitalidad y fortaleza extraordinarias”, dicen en la contraportada del libro.
El viajero insatisfecho, que no es
precisamente un crítico literario, cree que este relato crece poco a poco con
el talento y las aventuras del autor, y con su forma de vivirlas y contarlas.
Recuerda a los grandes escritores-viajeros por todos conocidos. Unas aventuras
que con seguridad habrán cambiado al autor para el resto de su vida. Con una
base teórica -y más: hablaba árabe- sobre la región describe con sencillez pero
con sabiduría algunos acontecimientos trascendentales de esta área que rezuma
cuasi feudalismo, vapuleada permanentemente por el harmatán que tantas veces nombra.
Así detalla, con gran acierto, un breve recorrido por una de las ciudades que
cruzó en su camino: “Traqueteando por las
calles en uno de los taxis destartalados de la ciudad, removiendo los hedores
de las alcantarillas abiertas, uno se adentra en la muchedumbre de mendigos,
jóvenes haraganes y trapicheros; el conductor toca la bocina para dispersar las
carretillas y a sus propietarios despavoridos; se dispersan las columnas de
mujeres que avanzan a duras penas, atónitas y sudorosas, cargadas con sacos de
sorgo o cántaros de agua de los pozos vecinos”.
Si este mochilero piensa en esas frases, ellas describen situaciones similares vividas, en
cualquiera de las muchas ciudades sembradas por los diversos caminos africanos.
No es la ruta más sabrosa para recorrer pero sin duda es un sabroso libro para leer, disfrutar y apasionar a la mente con él.
No es la ruta más sabrosa para recorrer pero sin duda es un sabroso libro para leer, disfrutar y apasionar a la mente con él.
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Tayler, Jeffrey. Los reinos perdidos de África (traducción de Marta Pino Moreno),
Alhena Media, Barcelona, 2008.
Copyright © By Blas F.Tomé 2015
Sin duda que ha de ser un libro muy interesante, y no digamos nada de la experiencia de su autor, seguramente casi imposible de trasladar a palabras en todas sus dimensiones.
ResponderEliminarGracias y saludos.
De tu escrito, dos cosas me llaman hoy la atención, Blas:
ResponderEliminar1. Esa aparente contradicción entre violencia y hospitalidad que el autor encuentra en estos pueblos
2. Los "bemoles" de Tayler de atravesar esos 4000 kms del Sahel en las circunstancias y ambientes descritos. ¿Cuántas veces se habrá jugado la vida en ese tiempo y espacio? Y aunque sé que no contestas a los comentarios, me gustaría saber -solo en esta ocasión y sin que sirva de precedente- si ese riesgo es real y, en caso afirmativo, qué motivo(s) impulsan al viajero.
Un abrazo.
Emilio: Encantado de contestar tu comentario. No suelo hacerlo, en verdad, pero cuando alguien me pregunta algo, suelo aparecer.
ResponderEliminarAl grano: No te puedo decir nada más que alguna cosa, por mi experiencia en los viajes a África que he hecho, y en ellos, he podido aprender que el africano en general (y no debería generalizar) tiene ese punto de soberbia y locura que puede derivar en violencia. Una vez, hace años, escribí algo sobre eso en un 'post'. Como no conozco la zona por la que se ha movido este autor, únicamente he estado en la frontera de Niger y Mali, no te puedo decir si ese riesgo es real o no, pero intuyo que sí. Y más por lo que él escribe. No obstante, el autor vivió lo que tu llamas "contradicción entre violencia y hospitalidad": Violencia que se intuía pero, a la hora de la verdad, hospitalidad a raudales. Yo, a pequeña escala, también la he vivido en algún país africano. Y te cuento una batallita: Yo, estando cerca del valle del Omo, en Etiopía, acompañado únicamente por un chaval-motero, cuando surgieron problemas, hubo momentos en que pensé cuándo se decidirá este pollo a joderme, robarme y dejarme tirado en medio de la nada. No ocurrió.....
Un abrazo, Emilio.
ResponderEliminarBueno Blas, doblemente agradecido: por tu respuesta y por...tu batallita.
Hasta la próxima!