Al salir del embarcadero de Almirante
Si había un sitio en Panamá que recibía visitantes con asiduidad ese lugar se llamaba Bocas del toro, archipiélago caribeño con abundante infraestructura turística pero con posibilidades de una relajante y económica visita, asequible a cualquier maltrecho bosillo.
El mochilero leonés
no acostumbra a meterse en esos embrollos pero las referencias del lugar eran
bastante buenas y decidió acercarse a dar una vuelta. Este conjunto de islas se
encuentra muy cerca de Costa Rica por lo que partiendo desde Panamá
City era necesario atravesar todo el país. La noche es, a veces, buena
compañera de viajes y el viajero
insatisfecho decidió tomar un autobús en la capital que le lanzó hacia un
nocturno y kilométrico recorrido.
Panamá no es África
pero el 'buseto' que le transportaba,
siguiendo los parámetros africanos, se averió a medio camino cuando aún no
había amanecido. Otro microbús enviado desde la siguiente ciudad en la ruta les
sacó de aquel atolladero.
Isla Colón, vista desde el mar
El gran centro de visitantes del archipiélago era la isla Colón, donde se podía llegar en bote desde Almirante, pequeña ciudad costera. Precísamente allí le dejó el autobús con 4 o 5 horas de retraso. Como el libro guía decía que la isla Colón era un buen punto base, donde se concentraba la ‘rumba’ nocturna -otro de los atractivos del lugar- allí se asentó el mochilero leonés. Para tranquilidad y ambiente más auténtico era mejor la isla Bastimentos pero, según pudo comprobar al día siguiente, esta isla era un santuario, demasiado santuario de la placidez. No creyó que hubiera coches, al menos no tuvo noticia de su existencia. Además, sus calles eran estrechas, cementadas eso sí, y con pocas posibilidades para vehículos de cuatro ruedas. Pequeños hotelitos a la orilla del agua y edificaciones con un aire sureño estadounidense que rezumaban reposo y bonanza, completaban un ambiente mortecino y casi aburrido.
La conexión entre islas se hacía en minúsculos
taxi-botes que pasaban por los diversos embarcaderos de madera con total falta
de horario y escasa puntualidad. Pero las prisas en la isla Bastimentos y en
la isla
Colón eran nulas. Un buen ron local en el bar aledaño al embarcadero
podía ser, y de hecho lo fue en ocasiones, una buena manera de matar la espera.
Isla Bastimentos
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Ese Caribe puro me parece que tiene mucho de auténtico (averías aparte), al menos mucho más auténtico que ese otro que se suele conocer de "todo incluido" y que poco tiene de Caribe.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Vaya por Dios, pues por lo que veo no he sido el único que se ha quedado tirado por avería en Panamá. Esto es lo que acarrea la privatización del transporte en estos países. Pero bueno, eso es ya harina de otro costal.
ResponderEliminarNo conozco Bocas del Toro , pero si estuve a punto de conocerlo desde Cahuita en Costa Rica.
Aunque debe ser uno zona de las más turisteadas de Panamá, por lo que cuentas, si merece la pena una visita a esas islillas, y si es con un buen ron panameño entre isla e isla... pues ¿que mejor...?
Me gusta ese santuario de placidez que describes de isla Bastimentos, y esas fotos marinas. Mejor que las prisas sean nulas allí, para prisas ya tenemos nuestra vida occidental.
ResponderEliminarSeguí tus pasos por esas tierras. Allí fue donde vi las estrellas de mar y te dediqué el post ¿te acuerdas?
Tendrás que reconocer que pese a averías el transporte es más facilito que en tus/nuestras queridas tierras africanas.
A ver cuando nos tomamos un roncito.
Un beso al marino buscador de archipiélagos.
Ahora nos mandas al Caribe! Es que no paro con el atlas, luego dices que vuelvo a la infancia. Si hasta estoy hoy recordando a mi adorada maestra de geografia de aquellas epocas.
ResponderEliminarVes? Eso es el progreso, os mandaron otro bus para recogeros, con su consabido retraso. Como los aviones de la Kuwaity, que te dejan tirado en el aeropuerto hasta que te descoyuntas la mandibula de tanto bostezar y, encima, sin el roncito vivificador.
Todavia hay clases!
Besos
Demasiada tranquilidad para mí en isla Bastimentos. Pero no me importaría ahora mismo largarme unos diítas a isla Colón. Un abrazo!
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