-Orillas del rio Niger, en Karimamá. El río, al fondo, no se aprecia en la foto-
Aunque pareciera un tanto ridículo, para el viajero
insatisfecho era muy importante ver el río Niger, en su viaje por Benin.
Misión cumplida.
Hacía años que había
leído “El dios indómito”, de Sanche de Gramont.
Relataba, entre otras
muchas cosas, las peripecias de Mungo Park, a primeros del siglo XIX,
el primer explorador europeo que terminó engullido por las aguas del río
Niger. Fuera por las aventuras que alimentaron la mente del mochilero,
fuera por el buen espíritu del relato deseaba conocer este extraño río que se
adentraba en el desierto y después, como asqueado de su lucha con las ardientes
arenas, giraba casi 180 grados y se lanzaba camino del océano (golfo de Guinea) por
tierras ya de Nigeria.
Mapa del recorrido del rio Niger
Llegó, para conocer
el río, hasta Malanville, ciudad beninesa, última población antes de la
frontera de Niger-país. No contento con eso e ilusionado por navegarlo unos kilómetros, al día
siguiente tomó un taxi-brousse (taxi-colectivo-montonera) que le
llevaría a la población de Karimamá, más al norte, en la propia
ribera del río. Le parecía más fácil su descenso que su ascenso. Desde esta localidad -pensó- con un poco de suerte y mucha
esperanza, descendería en una piragua a motor que transportaría a las gentes, y
a él, de regreso al famoso mercado de Malanville. Cuando llegó a Karimamá comprobó que la tarde
de aquel día no era buen momento, ya habían bajado las barcas, mejor probar suerte al
día siguiente aunque con pocas probabilidades, según los soldados de la Marina
beninesa apostados (¿o debería decir tumbados?) en la ribera del río, pues el mercado finalizaba y las
piraguas en la jornada posterior más bien harían la ruta contraria.
Después de un mar de dudas y un pequeño paseo en
piragua por sus aguas decidió regresar otra vez en taxi-brousse.
Su sueño se había
escapado por poco, pero…
- Nota.- Ha tratado de ampliar información (mediante enlaces) sobre estas poblaciones pero no ha logrado encontrar algo de cierta relevancia. En todo caso, dos lugares apartados y fronterizos en la ribera del río Niger.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013
Pues a mí no me parece ridículo ese afán por ver el río que, por cierto, describe un extraño giro...
ResponderEliminarEn fin, Blas, hay sueños que se escapan por mucho y otros que se escapan por poco. Si no fuera así, cómo saborear los escasíiiissssimossss que alcanzamos?
Un abrazo: emilio
Bueno Blas, pues se te escapó ese intento de cruzar, pero gracias a tu relato he sabido de esa zona fronteriza entre Benin y Niger, del famoso mercado de Malanville y de esas extrañas ciudades que nos nombras.
ResponderEliminarSi alguna vez se da la dicha de andar por esas tierras, un servidor se acordará de Blas, y por qué no, de pensar en no ser el segundo europeo engullido en el mentado río.
Un saludo :)
Los sueños nunca son ridículos, solo que cumplirlos siempe se produce de otra forma que soñarlos. Tu Níger soñado y esos nombres extraordinarios me hacen soñar (con realismo).
ResponderEliminarGracias y saludos.
Bien por el mapaaaaaaaaaa! Eso me gusta a mi, todo facilito. Jajaja!
ResponderEliminarYa lo siento que no pudieras bajar con la piragua, pero eso te llamara para la proxima vez.
Y esas "vigilancias relajaditas" pero ojo avizor me recuerdan algo muy pero que muy familiar...
Rio extrano tu Niger. Que le asusto en el desierto?
Besos
Una verdadera incursión en terrenos verdaderamente distintos del mundo que conocemos...
ResponderEliminarValiente !
Mark de Zabaleta
Hola Blas. Hubiera sido imperdonable estar por allí y no llegarte hasta el Níger. Un mito es un mito. Así que ¡bien hecho! Veo que hoy los dos hablamos de aguas navegables, aunque las tuyas son muuucho más caudalosas. Gracias por seguir ahí. Un abrazo
ResponderEliminarNo sé que tienen los ríos, tal vez algo de embrujo, pero comparto contigo la aventura de navegar por ellos.
ResponderEliminarPoco a poco nos vas introduciendo en la magia de África. Algo tiene que se suele decir que se suele escuchar que África no deja indiferente a nadie, que el que va quiere volver. Tú lo sabes mejor.
Un abrazo, Blas.