Cuando aquel hombre
con su tradicional bonete les invitó, casi forzó (al viajero insatisfecho y a la francesa con la que callejeaba en Banikoara, Benin)
a visitar su casa porque quería “mostrarles algunas cosas”, dudaron si
acompañarle o salir zumbando de allí. La curiosidad de la francesa (que hablaba
un perfecto español y se ocupó de la traducción) y las ganas de descubrir del
mochilero hicieron el resto. Cuando a la entrada al patio/corral de la casa les
enseñó el pequeño habitáculo donde dormía, “con las abejas”, y les
mostró la entrada de los himenópteros al interior de su ‘cubil’, pensaron (con
una mirada cómplice) que era un perturbado.
Pero ‘el
hombre que dormía con las abejas’ tenía más sorpresas para ambos
mochileros. En la mitad del patio había un depósito, rústicamente cubierto,
donde almacenaba -dijo- las boñigas de las vacas para su fermentación.
[Siguiendo las fotografías será más fácil de entender].
[Siguiendo las fotografías será más fácil de entender].
Les
enseñó el interior del pequeño pozo y el viajero puede asegurar -ahora- que en
aquel momento fermentaba. Posteriormente, giró una llave de paso que abría el
gas producido, almacenado no sabe dónde, y les llevó hacia el rudimentario
manómetro que en esos momentos fluctuaba ligeramente.
A continuación, pidió una
cerilla a una de las mujeres que había allí reposando (sospechosas de ser sus
esposas) y mostrando a los visitantes el recorrido del tubo por donde
supuestamente circulaba el gas producido por la fermentación (¡sorpresa!)
encendió un fuego similar al de cualquier cocina de gas conocida. Una llama
entre dorada y cristalina salía por aquellos diminutos orificios.
Sus explicaciones
habían quedado probadas.
Un raído papel,
enseñado con orgullo, evidenciaba el reconocimiento oficial a la elaboración de
bio-gas doméstico, su particular energía renovable.
¡Admirable!
Pero ‘el
hombre que dormía con las abejas’ era, además, defensor de las
serpientes salvajes aunque inofensivas en su tupido jardin y que, a pesar de
sus llamadas (Sshsh, sshsh) no honraron
el momento con su presencia; mantenía varios árboles y plantas medicinales en
su patio y se mostraba crítico con la forma actual y despilfarradora (nada
ecológica) de sembrar el algodón, producto muy común y, a la vez, riqueza de
aquella región.
Un genuíno personaje,
y entrañable, que no decepcionó, es más dejó perplejos a la francesa y a este
mochilero-leonés.
Se llamaba Mesuna
Allasan.
¡Gracias, buen
hombre!.
¡Gracias, Mesuna!.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013
No está mal y más viendo el recibo de gas natural como sube y sube...
ResponderEliminarLa verdad es que todo puede ser aprovechable.
Cuantas cosas tenemos que aprender de estas personas humildes que con pocos recursos, sacan la energía de hasta las moñigas.
"Que no decepcionó..." Yo no sé si la francesita y tú dudabais cuando os invitó...o incluso depués de la visita. Pero yo creo que si tienes que hacer una antología de tus viajes, debes incluir a Mesuna.
ResponderEliminarUn abrazo: emilio
Da gusto conocer "en directo" gracias a ti una de esas historias y personajes alternativas/os que aún quedan por el mundo. Me parece que nuestro futuro va a consistir en solo dos posibilidades: ser masa o ser alternativo.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Me ha gustado este reportaje de Mesuna, el hombre ecológico, ilustrado con buenas y didácticas fotos.
ResponderEliminarInteresante lo del bio-gas-doméstico producido por la fermentación. Supongo que no será peligroso.
¿No tenía miel en la casa?
Tu pequeño relato demuestra que cuando se viaja, sólo paseando, las historias vienen a ti.
Un beso al buscador de historias.
Todo un ingeniero el bueno de Mesuna. A eso se le llama aprovechar los residuos. Mientras en el "mundo desarrollado" nos dedicamos al derroche, Mesuna no desperdicia lo más mínimo.
ResponderEliminarUna experiencia más que engrosa tus múltiples aventuras viajeras.
Un abrazo, amigo Blas.
Por un momento pensé que nos ibas a hablar de Lalibela (por eso de el señor de las abejas), pero esta historia es mucho mejor que aquella. Esto si que es ser sostenible y reciclable, y no las milongas de publicidad que nos vende aquí (a las que si hacemos caso, hasta las petroleras son "verdes").
ResponderEliminarBonita historia, compañero, muy apropiada para componer un buen post.
Un abrazo! (como habrás visto, estoy de vuelta de México)
No me extraña que os dejara perplejos, mochilero, creo que a los que seguimos tus pasos ('fans-insatisfechos' también) nos ha dejado igual... Y que después de ver (y oler) 'esas cosas' que él decía, despejara todas esas dudas que, al principio, os hacían, cual abejas 'mosqueadas', salir zumbando... No es para menos...
ResponderEliminarLa próxima vez que vea una 'moñiga' por el campo (también las hay por la ciudad de grandes tamaños..., pero esas fermentan y combustionan de otra forma...) o vaya con los 'peques' a recoger 'idem' para su huerto, me acordaré de Mesuna!
BlasFTomé, ¡menudas historias tienes a tus espaldas!... Quiero decir, en tu mochila azul.
Por cierto, cuídalas mucho a las dos.
Me quedo pensando si lo de 'dormir con las abejas', sea tan dulce su 'arruyo', que haga dormir como un bebé. No sé, no sé...
Bsotshsshsss
Pilar
Bien, ya esta el gnomo haciendo de la suyas. Me dice "servicio inavalable"!
ResponderEliminarEse hombre tuyo es un buen comunicador. Parece que esta bien enterado de la ultima moda de los blanquitos y se ofrece voluntario a mostrar sus logros ecologicos.
Lo del biogas es bastante corriente por aqui, aunque cara la instalacion.
Pero, lo de las abejitas no lo entiendo muy bien. Cual era el objetivo? No seria que fue "abeja reina" en otra encarnacion? Bah! Perdona.
Besos