Para internarse en la bahía de Phang Nga (Thailandia) la mejor vía era desde la parte continental. En el puerto de Phang Nga, a unos doce kilómetros de la ciudad del mismo nombre, se podía alquilar una ‘longtail boat’ (habituales embarcaciones locales) por una razonable cantidad de bahts.
Se abordaba la bahía entre el ruido ronco del motor de ‘la boat’ y el cercano, siniestro y misterioso territorio manglar, en el pasado -según el libro/guía, no comprobado- infestado de gaviales, los cocodrilos más grandes del mundo. El barquero/piloto, que se adentraba con su pequeño ‘paquete-turístico’ (dos personas) en las tranquilas aguas, era un simpático viejete musulmán, en sus días de Ramadán lo que no le impedía fumar con frecuencia sus cigarros y algún “Ducados” de regalo, cuando no era observado por otro correligionario muslin. Una hipocresía más de las muchas a las que lleva la imposición de un estricto seguimiento religioso, en general, y musulmán, en particular.
A lo lejos, en el horizonte, la inmensidad de la bahía de Phang Nga, con sus islotes/peñascos que le recordaban al viajero insatisfecho la bahía de Halong (Vietnam) o el archipiélago de Bacuit, cercano a la isla de Palawan (Filipinas). Bloques tejidos de roca y verde vegetación que intimidarían y alejarían los sueños de cualquier urbanita que se sintiera tal.
No va a describir este mochilero todo el impresionante panorama. Numerosos pequeños macizos isleños que se vislumbraban a lo lejos borrosos en aguas contaminadas [en este caso, ¡viva la contaminación!] por la suave calima del mar de Andamán. La isla de Kao Tapoo, apodada [también, utilizada como reclamo turístico] ‘James Bond Island’ desde que se filmaron algunos exteriores de El hombre de la pistola de oro con Roger Moore delante de ese alto y esbelto bloque monolítico, era una de las más visitadas.
¡Venga el turismo alimentado por el famoso Agente 007!.
Se abordaba la bahía entre el ruido ronco del motor de ‘la boat’ y el cercano, siniestro y misterioso territorio manglar, en el pasado -según el libro/guía, no comprobado- infestado de gaviales, los cocodrilos más grandes del mundo. El barquero/piloto, que se adentraba con su pequeño ‘paquete-turístico’ (dos personas) en las tranquilas aguas, era un simpático viejete musulmán, en sus días de Ramadán lo que no le impedía fumar con frecuencia sus cigarros y algún “Ducados” de regalo, cuando no era observado por otro correligionario muslin. Una hipocresía más de las muchas a las que lleva la imposición de un estricto seguimiento religioso, en general, y musulmán, en particular.
A lo lejos, en el horizonte, la inmensidad de la bahía de Phang Nga, con sus islotes/peñascos que le recordaban al viajero insatisfecho la bahía de Halong (Vietnam) o el archipiélago de Bacuit, cercano a la isla de Palawan (Filipinas). Bloques tejidos de roca y verde vegetación que intimidarían y alejarían los sueños de cualquier urbanita que se sintiera tal.
No va a describir este mochilero todo el impresionante panorama. Numerosos pequeños macizos isleños que se vislumbraban a lo lejos borrosos en aguas contaminadas [en este caso, ¡viva la contaminación!] por la suave calima del mar de Andamán. La isla de Kao Tapoo, apodada [también, utilizada como reclamo turístico] ‘James Bond Island’ desde que se filmaron algunos exteriores de El hombre de la pistola de oro con Roger Moore delante de ese alto y esbelto bloque monolítico, era una de las más visitadas.
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