11 de noviembre de 2011

Good night, good night

A este blogger le llegan ecos de nuevas votaciones para elegir ahora (después de pasar el tormento de las 7 Maravillas del mundo) las 7 Maravillas de la naturaleza. Entre las 28 finalistas que han pasado la criba de expertos viajeros esta el río subterráneo de Puerto Princesa que en realidad no se encuentra en la ciudad de este mismo nombre, capital de la isla de Palawan (Filipinas), sino alejada a dos horas de jeepney o minibús.
Como no había hablado de él, hoy dará unas pequeñas notas.
Cuando este viajero insatisfecho lo visitó, la carretera estaba medianamente cuidada, con tramos de trayecto de tierra pedregosa aunque gran parte de ella, por culpa del turismo, estaba siendo cementada (esa especial manera que tienen algunos países de construir las carreteras, ayudándose de hormigón en lugar del más popular asfalto).
La experiencia de aquel famoso río subterráneo fue una internada, después de atravesar en apariencia una inmensa y dentada boca rocosa, a una oscura cueva navegable donde las impresionantes paredes de piedra y el río parecían adentrarse como Julio Verne nos relató en Viaje al fondo de la Tierra. La longitud era de aproximadamente 8 kilómetros, aunque lo que se podía visitar era la mitad. A lo largo del recorrido el barquero se encargaba, ayudado por un pésimo foco, de enseñar las ya habituales, aunque siempre diferentes, formas contruidas por la caprichosa naturaleza y de explicar, acompañado del eco y el chapoteo del agua, las historias de su descubrimiento e inicial exploración.
Tales explicaciones eran interrumpidas, de vez en cuando, por los gritos de ‘¡good night, good night!', en la oscuridad reinante, de barqueros y guías, correspondidos estos desde la otra barca que cruzaba, en un ir y venir permanente, con otro similar ‘¡good night!’ mezclado con risas y bromas de sus ocupantes.
¡Qué cretino y estúpido es a veces el turista, turisteando!.




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