2 de octubre de 2010

Fertilidad con cocodrilos


Este viajero insatisfecho se esta acostumbrando ya a visitar charcas de cocodrilos, a fotografiarse con ellos e, incluso, a tocarlos.
Katschi-Kali, así se llamaba el lugar, era una incipiente, aunque creciente, atracción turística en Gambia. Era difícil de entender cómo aquella aglomeración de cocodrilos (había, entonces, más de 100) podía vivir en aquellas aguas así de apiñados; no crear muchas rencillas entre ellos y, encima, soportar la diaria presencia de visitantes que acudían (y acuden) de visita, al ritual de limpieza y a fotografiarse con ellos.
Incluso, a tocarlos.
El guía local, en aquella ocasión, contaba su particular e increíble leyenda. Ese pequeño lago, atestado de cocodrilos, fue descubierto hace ya muchos años por un labriego de los alrededores. Su mujer, en un acto que ahora se calificaría de total inconsciencia, sumergió varias veces en la charca al bebé que llevaba en brazos. Cuando le sacaba, aparecía siempre ‘vivito y coleando’, a pesar de patalear un rato entre voraces cocodrilos.
¿Era increíble la historia, o no?.
Fue por eso que el lugar se constituyó sagrado para los lugareños y se vinculó, desde entonces, a los ritos de fertilidad femeninos. Las mujeres con problemas de fertilidad acudían al lugar, al lavado ritual de sus partes íntimas. Además, se llevaban agua en recipientes a sus casas para continuar allí con ese particular ritual.
A cambio, se esperaba que hicieran una pequeña donación en efectivo, un regalo, un trozo de tela o una ‘nuez de cola’, muy buena esta última para el vigor y potencia sexual. La mitad de estos donativos se lanzaban a la piscina para aplacar a los cocodrilos.
Así, parecía cuadrar la historia, la tradición y leyenda.
O no.

Copyright © By Blas F.Tomé 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario