Si el viajero insatisfecho viene a Filipinas y en su mochila aparece el libro “Noli me tangere”, de José Rizal, o viene documentado o tiene la ‘joia’ suerte del principiante.
[Viene documentado].
Rizal es un ídolo, es un mito en Filipinas. Calles, plazas, estatuas, asociaciones, edificios, jardines, retratos y monumentos. Todo lo que tenga que ver con el filipino de a pie es susceptible de llevar su nombre.
Mira el libro -su portada- y el retrato de José Rizal que aparece en él, le hace pensar en un ‘quijote-cabreado’, abandonado de su ‘sancho’. Un ‘quijote’ del siglo XIX que tiene aspecto de ser un inocente perdedor, una vil consecuencia de una España decadente y de un generalato español incompetente. Luce, además, “lorquiano” y un destino parejo.
Manu Leguineche (que grande!) prologa el libro y se auto promociona como admirador. Este ‘leonés de ribera, y viajero’, sin ganas de leer a un mito, aunque si a un ingenio de mordaces palabras, recuerda -después- su paseo por el exterior de las murallas de Intramuros (antigua Manila) donde los filipinos han expuesto sus contradicciones y su caótico ‘mix' continuo: las estatuas de Geoge Washington y Ninoy Aquino, recuerdos a José Rizal, estatua de Legazpi y un despreciable campo de golf.
Menudo ‘cacao mental’ tienen los filipinos!
¡Caótica Manila!, una ciudad que conocen los ‘homeless’, niños de la calle y taxistas veteranos.
¡Caótica Manila!, que palpó todas las contradicciones históricas.
¡Caótica Manila!, necesitada de inversiones, para invertir la tendencia de su polución progresiva, cuasi-irrespirable.
[Viene documentado].
Rizal es un ídolo, es un mito en Filipinas. Calles, plazas, estatuas, asociaciones, edificios, jardines, retratos y monumentos. Todo lo que tenga que ver con el filipino de a pie es susceptible de llevar su nombre.
Mira el libro -su portada- y el retrato de José Rizal que aparece en él, le hace pensar en un ‘quijote-cabreado’, abandonado de su ‘sancho’. Un ‘quijote’ del siglo XIX que tiene aspecto de ser un inocente perdedor, una vil consecuencia de una España decadente y de un generalato español incompetente. Luce, además, “lorquiano” y un destino parejo.
Manu Leguineche (que grande!) prologa el libro y se auto promociona como admirador. Este ‘leonés de ribera, y viajero’, sin ganas de leer a un mito, aunque si a un ingenio de mordaces palabras, recuerda -después- su paseo por el exterior de las murallas de Intramuros (antigua Manila) donde los filipinos han expuesto sus contradicciones y su caótico ‘mix' continuo: las estatuas de Geoge Washington y Ninoy Aquino, recuerdos a José Rizal, estatua de Legazpi y un despreciable campo de golf.
Menudo ‘cacao mental’ tienen los filipinos!
¡Caótica Manila!, una ciudad que conocen los ‘homeless’, niños de la calle y taxistas veteranos.
¡Caótica Manila!, que palpó todas las contradicciones históricas.
¡Caótica Manila!, necesitada de inversiones, para invertir la tendencia de su polución progresiva, cuasi-irrespirable.
¡Caótica Manila!,....
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