“Poco después, estaba encima de la cama de su habitación con dos bellas jóvenes, de oscuro cuerpo casi escultural. Una de ellas, de unos veinticinco años y totalmente desnuda a sus pies, desvestía a la otra, más joven, unos dieciocho años, y tumbada a su lado.
No salía del asombro.
Las encontró en una lejana playa (en un lejano país), se rieron; se rieron mucho, con ganas. De pronto, sin preguntar nada, sin hacer ninguna invitación paralela, observó cómo le acompañaban. La respiración se convirtió en un ‘tic-tac’ de un reloj despertador y…., ansiosa, sin sosiego.
En la habitación, en esos momentos previos, sintió una serenidad interior que nada tenía que ver con la excitación permanente que le acompañaba los días pasados. Se fijó en sus cuerpos de piel chocolate tan deslumbrantes, y esa serenidad se fue por los aires.
A sus pies, unos pechos brillantes, grandes, ligeramente caídos. A su lado, tumbada con naturalidad no exenta de cierto rubor, unos pechos firmes, duros, mirando hacia las alturas con una dignidad salvaje. Se rindió a la belleza que le tenía extasiado y la penetración fue real. Alternativa. Primero a los veinticinco años, con su monte afeitado, húmeda hasta sus pantorrillas chocolate. Luego a los dieciocho, peluda y rizada con inocente naturalidad. Alternativa. Y otra vez, alternativa. Jugaron a varios juegos eróticos, nada pornográficos, de placer supremo. El latigazo final fue para la joven ninfa, sin pensarlo, sin desearlo, pero a ella le tocó todo. Bueno, creo que a quien tocó fue a él.
Y vuelve la serenidad sin prisas. Ahora son tres cuerpos tumbados y deseosos de caricias. Se miraban, sin hablarse, y sonreían. Nuevas caricias. Las piernas entremezcladas y en constante movimiento, con breves roces, sintiéndose la piel.
No salía del asombro.
Las encontró en una lejana playa (en un lejano país), se rieron; se rieron mucho, con ganas. De pronto, sin preguntar nada, sin hacer ninguna invitación paralela, observó cómo le acompañaban. La respiración se convirtió en un ‘tic-tac’ de un reloj despertador y…., ansiosa, sin sosiego.
En la habitación, en esos momentos previos, sintió una serenidad interior que nada tenía que ver con la excitación permanente que le acompañaba los días pasados. Se fijó en sus cuerpos de piel chocolate tan deslumbrantes, y esa serenidad se fue por los aires.
A sus pies, unos pechos brillantes, grandes, ligeramente caídos. A su lado, tumbada con naturalidad no exenta de cierto rubor, unos pechos firmes, duros, mirando hacia las alturas con una dignidad salvaje. Se rindió a la belleza que le tenía extasiado y la penetración fue real. Alternativa. Primero a los veinticinco años, con su monte afeitado, húmeda hasta sus pantorrillas chocolate. Luego a los dieciocho, peluda y rizada con inocente naturalidad. Alternativa. Y otra vez, alternativa. Jugaron a varios juegos eróticos, nada pornográficos, de placer supremo. El latigazo final fue para la joven ninfa, sin pensarlo, sin desearlo, pero a ella le tocó todo. Bueno, creo que a quien tocó fue a él.
Y vuelve la serenidad sin prisas. Ahora son tres cuerpos tumbados y deseosos de caricias. Se miraban, sin hablarse, y sonreían. Nuevas caricias. Las piernas entremezcladas y en constante movimiento, con breves roces, sintiéndose la piel.
¡Placer en los poros!”.
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"Seco", no tienes ética ni moral ni lo más mínimo que se le pide a un ser humano que es responsabilidad en sus acciones, que en este caso, (si es verdad), sería haberlo guardado en tu interior y no publicarlo en la red, alardeando de macho y tratando a esas mujeres como trofeos de montería. Aunque en realidad para ti las mujeres no son esos seres humanos que nos dan la vida, sino meros objetos que te dan placer: ¡¡ERES UN ANIMAL IRRACIONAL!!
ResponderEliminar- "Conquense": Sin la más mínima duda (después de "la prerchaaaa" a reir que me he dado) eres EL MEJOR.
ResponderEliminarPero espera:.......... También el más falsario y destrozador de camas que yo conozco.
¡Como se entere "la conquense" -con lo que me aprecia- de que me estas poniendo-a-caldo es capaz de separarse y mandarte a hacer leches.
"Seco", ¡ayúdame!, voy a salir loco por tu culpa, no se me va de la cabeza la secuencia: "alternativa, veinticinco años, alternativa, dieciocho años, alternativa, latigazo dieciocho años...alternativa...alternativa...latigazo...latigazo. No se si voy a poder superar esta sexo-psicósis.
ResponderEliminarTe veo, te veo, te veo (en penumbra) recorriendo todo Internet para conseguir el éxtasis que necesitas, amigo "conquense". Pero me temo que tu placer será solitario (o con la "ale-manita", ya sabes).
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