6 de julio de 2008

El niño de Ollantaytambo

Le hacían un gesto imitando al movimiento para que les sacase una foto; le decían abiertamente “señor, pídame que le cante”, o se ponían delante del viajero y entonaban sus primeras notas. Así se mostraban muchos niños en los alrededores de las ruinas peruanas.
Ruinas para turistas; ruinas para viajeros; ruinas para los güiris de turno. Ruinas para la ruina-del-niño que quiere vivir del viajero.
El mochilero no suele hacerles mucho caso. Sería darles para que pidan más. Sería otorgarles una esperanza vana. Sería animarles a perder sus oportunidades. Sin duda, cree este viajero insatisfecho, que las tienen.
Pero en Ollantaytambo (todo un reto pronunciarlo), en unas preciosas ruinas -aperitivo de las de Machu Picchu- un niño se le acercó y le pidió que le pidiera que cantara.
Y se lo pidió.
Y el niño cantó.
El Dios sol caía desbocado sobre las descubiertas cabezas. Las terrazas incaicas servían de refugio. Y cantó una canción local, surgida de las montañas y valles, del imperio inca o, tal vez, de los pueblos chanka.

¡Hasta los niños siguen viviendo e interpretando el recuerdo de aquellos pueblos antepasados!.
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5 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

"Seco", eres un tacaño deberías haberle dado a ese niño lo que te gastaste ese día en cerveza y hubiese tenido para comer durante un mes. ¡¡¡RUIN!!!

Mar Sanfrancisco dijo...

Para no gustarte muchos los crios, creo recordar, te noto que cuando hablas de ellos, lo haces con un cuidado y cariño especial.

Besotes Blas.

V(B)iajero Insatisfecho dijo...

- El "conquense" ha vuelto, y quiero dejar constancia de ello.
- "Mar": Tienes una acertada idea sobre mi persona ¿Te habré dado pistas?.
Un beso, guapa.

Catik dijo...

Y le pidió que le pidiera que cantara... qué bonito!