Jiva
era una ciudad llena de historia y cultura, ubicada en pleno corazón de
Uzbekistán. Era uno de los destinos turísticos más populares del país por sus
impresionantes edificios históricos y su arquitectura única.
Se
alegró de hospedarse en el mogollón
de la ciudad, donde estaban la mayor parte de los hoteles y pensiones, pues se
evitaba caminatas innecesarias para llegar a lo realmente interesante. Al día
siguiente se daría cuenta de que —podría decirse— era lo único interesante, y todo
tan “amontonado” (madrazas, mezquitas, minaretes, palacios,…) que con un día de
recorrido se haría uno perfecta idea del lugar.
En lo primero que se fijó —cuando llegó—, al atardecer, que todo parecía estar muy cuidado y reformado; la muralla que tenía frente al hospedaje muy tratada con tierra y piedras (en una parte de ésta, había hasta tumbas insertadas); las calles aledañas, empedradas y limpias, y en el pequeño jardín frente al alojamiento, vio una yurta, que resultaría ser el lugar de desayuno, incluido éste en el precio de la habitación.
Es
difícil explicar al lector cómo estaba estructurada la ciudad de Jiva, y organizada:
unas cuantas casas apiñadas en estrechas calles y, luego, una zona toda ella
llena de madrazas, reconvertidas en museos; hoteles; tiendas de artesanos, y kioscos
de venta, todo ello para goce y disfrute de visitantes y viajeros. También,
dentro del recinto, había varios minaretes, cerca unos de los otros, cada uno
de ellos diferente y de distintas épocas, pero todos con el mismo aire en
cuanto a arquitectura tradicional. Sin duda alguna el más destacado y símbolo
de la ciudad era el minarete Kalta Minor, a medio construir, pero de gran belleza. No
se había terminado porque su impulsor, que pretendía construir el más grande y
bello del lugar, había muerto en una batalla. Al menos otros dos minaretes,
llamaban la atención y resaltaban en el skyline
de la ciudad, construidos al son de una madraza, incluso a uno de ellos era
posible subir.
(Ni lo intentó).
Otro de los edificios-estrella era la mezquita Juma, y a sus puertas otro minarete. En su interior escondía una sala con más de doscientas columnas de madera tallada, al parecer, todas diferentes. Parecía un plantío de chopos o bosque organizado, que finalizaba en lo alto con una cúpula de espectacular entramado de madera. Su observación dejaba al viajero ensimismado.
Internándose
uno dentro de algunos de los complejos o de las madrazas, los azulejos azules
en los frontales y en los fondos eran exquisitos, muy cuidados o muy
reformados.
Y
uno salía de una fortaleza, paseaba un poco y entraba en una madraza, convertida
en museo. Salía del museo, daba unos pasos y se encontraba con un alto minarete
que, a su vez, estaba adosado a una gran madraza repleta de artesanos.
Casi
agobiante.
¿Quién le dice a este mochilero que aquello no olía a tradiciones, religiones y conquistas de los antiguos khan en llanuras y montañas?
(Incluye unas cuantas fotografías, sin especificar el nombre, que darán una idea de la belleza de Ichon-Qala, o ciudad amurallada de Jiva).
Ganas me dan de perderme en esa Jiva mareante de belleza. Ji!
ResponderEliminarAsí es, Blas: "casi agobiante". Tal como lo cuentas y como dice tu anónima majaraní, mareante. A mí ha estado a punto de darme un estendalazo!
ResponderEliminarPues, ensimismada, al igual que tú, me he quedado viendo ese techo de madera ''laberíntico'' de la mezquita y esas columnas talladas (al menos me lo parecen por esta pantalla del móvil), no lo aprecio bien.
ResponderEliminarMe gustan los techos con vigas de madera, pero éste, como se suele decir, ¡es una pasada!!...
Espectaculares todas las fotos, sin duda, pero todo "apiñado", me resulta también un poco agobiante.
Me parto con el "stendalazo" de Emilio.🤓
Esperemos que haya salido del "éxtasis"... :))
Me ha encantado la Yurta. Ahí no me importaría los horarios para el desayuno, que tan mal llevo en hoteles...
Besotes.
Si, si, mi querida "Pipedi". Las columnas eran de madera y talladas. No solamente en la mezquita, sino también las que aparecen en las dos últimas fotos. Incluso, en ese ambiente de artesanos, vi cómo, actualmente, tallaban columnas modernas, pero con el mismo estilo. Besucos!!
EliminarSí, sí Pilar, Ya me voy recuperando :)
EliminarGracias, Blas, satisfecha mi curiosidad. Entraré al ordenador para ver más al detalle...
ResponderEliminarBesucotes. :)