Llegó
a la ciudad en las últimas horas de la tarde, con lo que la búsqueda del hotel
era una de las prioridades. Se hospedó en el centro, en un barato hotel que más
bien eran dos, en un antiguo edificio, que se comunicaban por enrevesados
pasillos. Si tuviera que clasificarle del 0 al 10, le pondría, no obstante, un
8 de nota. Limpio y con una habitación sencilla pero amplia. Estaba situado
justo detrás la Plaza Mayor de San Francisco, en pleno centro, a sólo una
cuadra de la famosa calle de las Brujas, o mercado de las Brujas:
El
escenario de esta calle, una mezcla de mitos, objetos, leyendas urbanas y
creencias de la zona, no dejaba de sorprender. Creencias ancestrales que
provenían de sus antepasados y de la naturaleza, así como la fe cristiana
impuesta en la colonización. Todo tipo de amuletos y objetos tradicionales que
la gente local compraba como remedio para sus males. Había locales con plantas
curativas y protectoras, otros con artículos —como los fetos de llama— para
luchar contra los malos espíritus. Todo a la venta. (En los nuevos tiempos, ha derivado
también en objetos turísticos de falsa tradición).
Tenía un encanto especial La Paz, muchos peatones y coches en sus calles, sobre todo en el centro; calles inclinadas que se convertían, a veces en angostas sendas de comunicación por las laderas edificadas; un centro muy colonial, con edificios de corte español; el río Choqueyapu atravesaba toda la ciudad, aunque estaba embovedado en todo su curso por la zona central, y discurría por debajo de las avenidas,...
¿Conoció la ciudad? No podría decir que sí en toda su extensión, pero recorrió e hizo escala en varios sitios emblemáticos: Iglesia de San Francisco; plaza Metropolitana de Murillo (en honor y tributo al héroe mártir boliviano Pedro Domingo Murillo, por su participación y liderazgo en el levantamiento armado independentista), con la catedral Metropolitana en uno de los lados; plaza San Martin, con una de las estaciones del teleférico, que ocupaba casi toda ella; varios mercados, o la calle Jaén, una de las estrechas y empedradas calles más bonitas de la ciudad, con varios pequeños museos.
La
altura obligaba a caminar más despacio y con esfuerzo. El tráfico pesado, el
cierto desorden y la vida callejera, obligaba además a transitar atento, a no
despistarse. Nada sorprendía en exceso, pero al mismo tiempo todo era punto de
atención. La Paz se dejaba querer y apreciar también subiendo a sus miradores.
Tenía varios y desde luego era una de las visitas obligadas para apreciar la
ciudad en todo su esplendor. En los días que permaneció, subió a uno de ellos,
el que según todos los datos era uno de los más bellos: el mirador Killi Killi
permitía apreciar, desde allí, la ciudad en un arco de casi 360° (El nombre de Killi Killi provenía de una
pequeña ave rapaz que antiguamente abundaba en la zona).
Una
de las mañanas, se acercó al valle de la Luna, a unos diez kilómetros, a las
afueras de la ciudad. Para llegar hasta allí, el autobús a Mallasa pasaba por
los alrededores y tenía una parada en la entrada. Era una formación geológica,
no muy extensa, que había tomado ese nombre a raíz de una afirmación del
astronauta Neil Armstrong, de visita, que lo comparó así. Se creó a través de
la erosión agresiva de la parte superior de unas montañas y constituía básicamente
un museo o formación de estalagmitas arcillosas, no rocosas.
La
Paz necesitaría más alarde de palabras en este ‘post’, pero el viajero insatisfecho va a dejarlo así,
sin profundizar, sin extenderse, evitando el rollo descriptivo de todos los
rincones visitados.
¡Ánimo, la ciudad os espera!
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De este paseo tuyo de hoy, me quedo con esas altas vistas panorámicas, que tanto me gustan desde cualquier sitio...
ResponderEliminarCurioseando por el Internet para saber cómo era ese Killi Killi, pequeño ave rapaz con nombre tan curioso. Me subiría al teleférico (si me diese seguridad...).
Por descontado, no me perdería ese valle de la Luna con tan espectaculares estalagmitas...
Buscaría platos típicos para degustar. Y, por último, me perdería un buen rato en esa calle de las Brujas que seguro, seguro, algo interesante y muy tradicional, encontraría.
Brujas. Valle. Luna. Paz. Bonitos nombres para recordar de un viaje.
Querido viajero: "¡La Paz sea contigo!!"... :)
Besotesss.
Muy interesante paseo y fantástica descripción para situarnos en el lugar. Ah, yo el teleférico como que no. Un abrazo
ResponderEliminarAquí estoy anónima recordando esa La Paz quita aliento. Ya veo que tú también sacaste la lengua por esas cuestecitas endiabladas.
ResponderEliminarInteresante el Valle de la Luna, sí y la feria de El Alto es un mundo.
La Paz te deja sin aire por la altitud, pero también de ver tanto ambulantaje callejero. Al menos me lo pareció. Veo que te diste un buen paseo por el centro histórico entre el descontrolado tráfico. Ese paseo por el valle de la Luna te daría ese toque de sosiego de la dizque-capital. Nos dejas con las ganas de ir y de saber más de tu paseo. Con una cerveza en mano será más fácil. Saludos
ResponderEliminar¿No fuiste a Tiwanaku? Yo me quedé con las ganas por su gran parecido a Tula en México o San Agustin en Colombia. Un saludo. Carloselviajero
EliminarBueno Blas, lo primero que te tengo que decir hoy es que he tenido dificultad para acceder a tu blog. Me he encontrado el siguiente rótulo: "No se puede acceder a este sitio web" Me ha extrañado un montón y he tenido que entrar a través del fcbk. No sé si será por esta forma de acceso o porque estás trasteando en el diseño del blog, pero no he encontrado el formato habitual a que nos tienes acostumbrados. Bueno, ya me cuentas...
ResponderEliminarUn abrazo
PD. Nada más finalizar y publicar mi comentario, parece que el blog ha recuperado su configuración habitual...
EliminarNo lo sé, querido Emilio. Tal vez, haya estado 'trasteando' por mi blog. No sé por dónde entras, o si me tienes en un listado tuyo de "blogs". Si fuera así, trate de enlazarme de nuevo. No sé, de verdad. Pero que sepas que aquí estoy esperando que intervengas con tu habitual 'ojo clínico' (ji).
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece que hoy funciona esto con normalidad. Me encanta lo de "olla alicatada" y para desplazarme, yo tampoco hubiera elegido el teleférico. Con el de Madrid ya cumpli mi cuota...Si la distancia es asequible, prefiero un buen camino.
ResponderEliminarDel mercado de las Brujas me quedo con las plantas curativas. En alguna ocasión me han ido bien. No soy muy de amuletos.
Me llama la atención lo de la calle Jaén. Seguro que alguno de mis paisanos anduvo por allí dejando huella...
Un abrazo y... no me hables de independencia :)