22 de septiembre de 2023

Soyo, en la desembocadura del río Congo


Ramal del río Congo, en la desembocadura, desde Soyo

Otra etapa más, en Angola, fue Soyo, una ciudad en la desembocadura del río Congo, donde el río mezclaba sus dulces aguas con las saladas del Atlántico. Era una zona tan vasta y el río con tantas ramificaciones que la ciudad se ubicaba a cierta distancia de la desembocadura, del encuentro de las aguas del Congo con el océano. O sea, que no pudo apreciar realmente lo que quería.

Dar ese paseo por la vasta extensión de aguas sin control, aunque lo intentó, era demasiado caro para un solo pasajero en una pequeña embarcación a motor. Investigó, pero no tuvo suerte: le pedían más de cien dólares por un breve paseíto.

No.

Lo intentó con “un joven-pirata” que se ofrecía, por poco dinero, para un paseo por aquella ramificación del río Congo, pero el riesgo se apreciaba nada más ver la destrozada piragua.

No. 

Pero quiere comenzar a contar desde el principio: Al llegar a la estación de autobuses Macon de la ciudad, el motorista que escogió para buscar un hotel “bueno, bonito y barato” (otra vez), no fue nada eficiente. Yendo a un sitio sin nada preparado, encontrar a ese taxi-moto espabilado y resolutivo era siempre muy importante. Se hospedó en un hotel que no le gustó nada, pero que se ajustaba a su presupuesto. Luego, se arrepentiría de no haber sido más insistente y pesado con el chaval de la moto. Mentalizado, decidió disfrutar de lo que había en Soyo, que no era mucho. Desde esta ciudad, y muy cerca de donde se hospedaba, partía un barco/catamarán para Cabinda, ese territorio angoleño aislado entre dos países: Congo y la República Democrática del Congo. El catamarán estaba en el dique. Aunque se suponía que tenía servicio de transporte diario a Cabinda, allí estuvo atracado de forma permanente los dos días que el mochilero paseó por allí.


Pozo petrolífero, en los alrededores de Soyo

Soyo era conocida, además, por ser la ciudad más importante de una zona petrolífera. Por allí estuvo rondando y visitando el viajero insatisfecho todo un día en una moto alquilada, pero las posibilidades de acercase a la zona donde realmente se extraía el petróleo eran limitadas: todos los caminos estaban cortados y las explotaciones valladas. Consiguió, eso sí, ver algún pozo, semi abandonado y poco más.

No recomendaría a nadie aquellos parajes, pues carecen de interés y sin posibilidades de experiencias novedosas y extraordinarias.

“Unas veces se gana y otras se pierde”, aunque perder, realmente nunca era algo negativo.

 Copyright © By Blas F.Tomé 2023

3 comentarios:

  1. Así es! Gajes del oficio. Y pir qué me suena Cabinda? Boy a buscarlo.
    Abrazo

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  2. ¿Cien dólares por el paseíto? Yo creo que eso no te lo cobran -champán incluido- ni en Marbella :) Lo del pirata tampoco parece de recibo.
    Al final, tú lo has dicho: En los viajes, como en otras cosas de la vida, unas veces se gana y otras se pierde. No conozco a nadie que le haya ido todo bien siempre ni en viajes ni en las demás cosas.
    Me encantaría que alguien viniera aquí a desmentirme.
    Un abrazo

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  3. Caray, qué pasada lo que te pedían... ¿No funcionó ni el regateo? Bueno, no nos explicas en qué consistía el paseíto, ni tiempo..., si incluía puesta de sol con 'refresco' y baño, o se hacía hacía submarinismo... :))

    Nosotros contigo nunca salimos perdiendo, siempre aprendiendo...

    Besotessss

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