Rusizi (anteriormente, Cyangugu) era una pequeña población ruandesa al sur del lago Kivu, frontera con el Congo, y más concretamente, con la ciudad congolesa de Bukabu. Únicamente, una frontera terrestre, un puente y el río Rusizi separaban ambas poblaciones y países. El viajero insatisfecho optó por hospedarse en el Home Saint François, uno de los hoteles mejor acondicionado y barato de todo el recorrido ruandés, ubicado en la misma frontera.
La
ciudad de Rusizi (Cyangugu) no era muy espectacular. A solo unos dos kilómetros
de Kamembe, era una especie de distrito fronterizo, que tenía un bello y caro
hotel (Emeraude Kivu Resort) a
orillas del lago Kivu —lo sabe, porque fue hasta allí a buscar buena wifi para
conectarse mejor— y poco más. Durante el genocidio fue una de las poblaciones,
después de Karongi/Kibuye, más castigadas, donde multitud de tutsis fueron
asesinados y exterminados.
En
Kamembe había nacido Mutara III, penúltimo rey de Ruanda, de ahí su pretendida fama. Entre las
dos ciudades Kamembe-Rusizi era muy fácil moverse con los taxi-motos habituales
en todo Ruanda.
Uno de estos servicios los utilizó también para moverse por los alrededores. En concreto, para ir las aguas termales de Bugarama, a unos 60 kilómetros de Rusizi, muy cerca de la frontera con Burundi. Un largo trayecto para ver algo ridículo: un charco abandonado, pero de agua caliente, con cuatro locales allí retozando como “sirenas en champán”. Ningún interés, aunque el paseo en moto fue de lo más relajante y pasado por agua. Ya en Bugarama, comenzó a caer una lluvia espesa africana que calaba la ropa y llegaba fresca a los huesos, pero gratificante a la vez. Cuando más fuerte caía, se refugiaron en unos soportales de una casa a orillas de la carretera. Cuando escampó, de nuevo en marcha.
Hizo un intento por visitar dos islas del lago Kivu, Gihaya y Nkombo, pero los barcos eran “de línea” y tuvo problemas para alquilarlos en plan solitario. En formato “de línea”, no regresaban en el mismo día a Rusizi.
Fin de la aventura en Rusizi. De allí partiría a la ciudad de Huye (anteriormente, Butare).
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Lo que dices de los bañistas de las aguas termales de Bugarama no ed políticamente correcto.
ResponderEliminarDe fuentes bien informadas me dicen que estabas en las listas de IDA para recibir esas becas para los que tienen ingresos superiores a tropecientos mil €, pero que así no hay manera...🙂
Lo cambio, si. Gracias!!!!
EliminarLo de IDA debe ser un bulo (ji), pero déjale que corra. Esta 'mema' no tiene fin
ResponderEliminarMe parto con tu comparación de las aguas termales con un 'charco abandonado' y lo de 'retozar como sirenas en champán'... (jajaja) ¡menuda visión refrescante y burbujeante!!:)) Aunque en este caso más bien sería en una sopera de caldo...)
ResponderEliminarPero bueno, si los 60 kms. merecieron la pena y, además, con fina lluvia, ya es algo...
Y las fotos son muy bonitas con ese paisaje tan verde.
Una fina lluvia, o torrencial (sin inundaciones, ¡claro!, no vendría nada mal a esta ola de calor... La de veces que pienso en África y sus habitantes. ¡De qué nos quejamos!!
Besotes.
Buen post.
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