Llegó a Rubavu (Gisenyi) un día cualquiera. A media mañana, y a la estación central de autobuses / Gare park. Venía de la ciudad de Musanze (Ruhengeri). Cogió un taxi-moto y directamente indicó al conductor que le acercara al Centre d’Accueil St. François Xavier. Según la guía, era un lugar barato y de calidad, entre todas las posibles elecciones de hospedaje.
Lo
puede certificar.
También,
añadiría que en Ruanda los mejores sitios para dormir con cierta calidad y
baratos son los gobernados por las iglesias, no siempre la católica.
Dejó
la mochila grande en la habitación y sin más preámbulos se dirigió hacia las
orillas del lago Kivu. Sabía que estaba cerca, incluso cuando venía en la
motocicleta había intuido su proximidad entre las ramas de unos grandes árboles
aledaños.
Rubavu era la segunda ciudad ruandesa en extensión, y fronteriza con el Congo. En una de sus calles, de pronto, aparecía el puesto fronterizo y, al otro lado, como continuación, la ciudad congoleña de Goma. De unos 150.000 habitantes, la ciudad no era especialmente bulliciosa, al menos en la zona que bordeaba el lago Kivu.
¡Ganas tenía el viajero insatisfecho de tocar sus aguas!
Junto con el Victoria, el Tanganika y el Malawi era
uno de los lagos-estrella del centro de África. Aunque sus aguas eran
tristemente célebres por haber sido uno de los lugares donde fueron arrojadas
gran cantidad de víctimas del genocidio de Ruanda. Una estrecha playa de arena
lo bordeaba en aquella zona aledaña a la ciudad; en otras, serían acantilados. Luego, un jardín,
relativamente bien cuidado con más verde que otra cosa, completaba los bordes. Unos altos y gruesos árboles daban sombra a las orillas y en algunos casos sus ramas
casi tocaban la superficie del agua. Todo vallado, impedía el paso arbitrario,
pues su acceso se realizaba por unas puertas colocadas de trecho en trecho.
Un
pequeño dique de cemento se internaba en las aguas, donde varias barcas
turísticas estaban atracadas. No tardó mucho un individuo en animarle a tomar
una de aquellas barcas para hacer un recorrido por el lago. A la derecha, en un
saliente, se veía las edificaciones de la ciudad de Goma. El barquero le
incitaba a ver de cerca esta ciudad congoleña desde las aguas.
Paseó un largo rato por la pequeña playa y observó el escaso ambiente que allí había entonces. Cambiaría al cabo de unos cuantos minutos, cuando un grupo de jóvenes entró en masa al recinto. Era domingo, fiesta, jolgorio, chapuzones y partido de fútbol en un extremo de la estrecha playa. Cerca, un pescador remolcaba y, con una cuerda, tiraba lentamente de una red que había dejado a unos pocos cientos de metros de la orilla. Rezaba, seguro, para que con su esfuerzo pudiera arrastrar algunos peces.
Se había descubierto recientemente que el lago Kivu contenía muchos millones de metros cúbicos de gas metano disuelto a una profundidad de 300 m. El Gobierno de Ruanda había destinado muchos millones de dólares para que un consorcio internacional extrajera el gas. Desde donde se encontraba, una plataforma con una torreta metálica, se veía a lo lejos. Uno de los barqueros también se ofreció a llevarle.
VÍDEO
Copyright © By Blas F.Tomé 2022
Precioso lugar a juzgar por tus fotos, querido viajero. Tiene que ser un placer, tanto el recorrido en barca, como caminar por su orilla a la sombra de esos árboles... (Quitando, por descontado, los espeluznantes recuerdos del genocidio...)
ResponderEliminarViajero, lo cuentas tan bonito, que me he sentido como los niños a los que les cuentan un cuento antes de dormir... Y piden más. :))
Me preguntaba qué pensarían esos pescadores viéndote allí sentado (imagino) sobre la arena de la orilla del lago, sacando el vídeo...
Besotessss
No deja de asombrarme, Blas, la cantidad de energía que despliegas en tus viajes. Yo, cuando tenía veintitantos años (ahora ya me tomo las cosas de otra manera), llegaba a un hostal, dejaba mi maleta y me echaba a la calle. Veo que tú sigues haciendo lo mismo...con tu mochila!
ResponderEliminarDe tu relato me llaman la atención algunas cosas:
Me suenan más el lago Victoria y Tanganika, menos el Malawi y nada el Kiu. Que el lago estuviera todo vallado parece contradecir aquello de "no se pueden poner puertas al campo"), la frontera entre Rubavu y Goma (me quedo con la duda de si los 150.000 habitantes corresponden al conjunto) y ese plano fijo del vídeo del pescador que en el minuto 1:14 muestra a un "colega" que se te acerca y parece mirar desconfiado lo que te traes entre manos :)
Un abrazo
Bueno, vallado estaba el trozo cercano a la ciudad, pretendiendo ser una especie de parque de ocio, con playita y todo, como se ve en una de las fotos. El resto del lago (inmenso) estaba salvaje.
ResponderEliminarRespecto al muchacho del vídeo, ya había hablado antes con él: miraba curioso, sí.
Un abrazo, Emilio.