3 de diciembre de 2020

Subira, en Mto-wa-Mbu


Después de tantos meses de pandemia, de Covid, de estancamiento, de no poder viajar es necesario escarbar en la memoria para poder escribir sobre algo interesante ocurrido en algún viaje pasado, que no haya recogido ya. El viajero insatisfecho repasa mentalmente Costa de Marfil, repasa Camerún, incluso, lanza su mente a Uganda. Le resulta difícil, y piensa que ‘escriban otros’. 
Se dedicará a leer las novedades de otros y dejará sus recuerdos reposar en el olvido.
Pero se acuerda de aquella mujer, en un lejano viaje a Tanzania, y se resiste a relegar una pequeña mención. Nunca la hizo.
Subira sería, quizás, la mujer con velo musulmán que más incidió en su escondido instinto animal. No había conocido una mujer tan cercana con velo y vestido negro hasta los pies.
Apareció exuberante, insultante en su porte y estilo. Era de padre indio y madre etíope, pura, sin mezclas, eso al menos dijo Jimmy, el guía-conductor. Su piel era negra, brillante y fina como la miel. El pelo, insinuado un ápice bajo su velo, azabache, casi azul. Sus dientes blancos de nácar y ojos centella. La línea de su cara era perfecta y su cuerpo brindaba un canto al sol, moldeado como si fuera de clásico, y turgente como pincelado por ballet. Todo ello oculto por su vestido negro hasta los pies, decorado oro y púrpura. Su mirada era pura dulzura y seducción. Y se movió. ¡Claro que se movió! Caminaba contorneando su cuerpo, aunque oculto bajo el vestido negro, pero visible por insinuación. Se sentó con precisión, a su lado, ocupando los dos, el asiento del copiloto. Con una tímida mirada lateral, más forzada que natural, pareció pedirle disculpas por aquella intromisión. Se mojó los labios con un mínimo movimiento de su lengua.
En la boca del mochilero apareció una sonrisa, donde hasta entonces había silencio y perplejidad ¿por qué? Aquel vestido negro permitía ver, también, sus manos, donde unas delicadas y cuidadas uñas parecían estar hechas para decir adiós o arañar una despedida. O, tal vez, todo lo contrario, para acariciar un reencuentro.
Era más que un cuerpo, un corazón. Era muy bella Subira. Era un espíritu de mujer.
Desde Mto-wa-Mbu, Subira, con sus carnes prietas rozando las suyas, les acompañó hasta Arusha. Allí, se despidió con un ¡bye!, que sería un ¡hasta pronto!

Copyright © By Blas F.Tomé 2020

3 comentarios:

  1. Ya ves, Blas: algunos andamos descarriados con nuestras lecturas intentando rellenar esas lagunas que hemos dejado atrás.
    Otros, se dedican a cultivar sus recuerdos. No creas que no te envidio. Muchas veces me asalta la tentación de escribir sobre ellos, pero...
    En esta ocasión nos traes un recuerdo lleno de sensualidad y, con tu descripción casi puedo decir que estoy viendo su fotografía. Haces bien, en las actuales circunstancias, en traernos estos recuerdos...y, a falta de grandes viajes, ya lo sabes, leer es otra forma de viajar.
    Un abrazo.

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  2. Reposar recuerdos en el olvido, dices..., pues supongo que éste que nos describes hoy, te marcó y mucho, viajero.
    Hay recuerdos que quedan grabados en nuestra mente y otros en la piel... O, como se suele decir, personas que pasan y otras se quedan.
    Aunque no todos, por desgracia, son tan 'dulces' o terminan en un simple 'bye'... Tal cual vemos,tristemente,hoy día...

    Nos dejas a nuestra imaginación a Subira, como esos finales de las 'pelis' en los que dejan al espectador con la intriga... Y describes este recuerdo con tanta poesía en tus palabras, que parece de esos relatos en los cuales, al final, te despiertas y ves que todo era un sueño...   Aunque éste no sea el caso.

    Besoteeees. Y a pasar estas fiestas 'que tanto te gustan' (ji), lo mejor posible. Un fuerte abrazo.

    ¡Felices Fiestas, viajero¡!
     

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  3. Celebro tu inspiración para escribir en medio de esta pandemia Blas. No es fácil. Ya de por sí la mujer africana no deja desapercibido al viajero por su valentía para afrontar la vida, mucha más dura su vida que la del hombre. Esta además te debió parecer enigmática por su indumentaria y después por su sensualidad que dejo ver entre sus manos y mirada. Algo de ella se debíó llevar el viajero insatisfecho en su alma para recordarla tiempo después. Felices fiestas :)

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