-La roca Sigiriya, vista desde la roca de Pidurangala-
Cuando
este viajero insatisfecho llegó a la roca Sigiriya (sobre la que ya ha escrito
un ‘post’) pensó, viendo su empinada y cortante forma, que si subía a la cima
se iba a perder la belleza de la roca en sí. Podría valer el símil de “el árbol impediría ver
el bosque”. Cuando se enteró de que había otra roca menos espectacular a poco
más de un kilómetro pensó de nuevo (y lo está haciendo muy a menudo) que sería
interesante observar desde la una a la otra. Y así fue.
-Buda recostado, antes de llegar a la cima-
La roca
de Pidurangala se encontraba muy cercana al norte de la roca Sigiriya. Lo mejor
de la experiencia fue la subida a aquel pico con sus impresionantes vistas
sobre la otra roca más famosa. Además, muy cerca ya de la cima se encontraba un
antiguo Buda en posición recostada que para cualquier viajero, que no
hubiera visto muchos otros, podría ser interesante. Rugía el viento en la cumbre,
como premonición de lo que sería la ascensión a la otra, que precisamente se
llamaba “la roca del León”, más que por el rugido del viento por el diseño de
las garras del felino que había en su base. El sol que acompañaba al viento era
también fuerte. Parecía que viento y sol se hubieran unido para obligar al
viajero a refugiarse al lado de las grandes rocas situadas en la cima al borde
del precipicio. Rocas estas que parecían con ganas de salir rodando hacia la
llanura. En la subida le acompañaron dos amables y simpáticos jovenzuelos de la
zona que al llegar a lo más alto desaparecieron sin dejar rastro. Hubo un
momento en que pensó que serían espíritus del Buda tumbado que acababa de
dejar atrás.
Unas maravillosas vistas desde la roca de Pidurangala que animaron al
mochilero leonés a afrontar al día siguiente el excesivo precio del ticket de entrada a la otra famosa roca. No podía perderse escudriñar por sus entrañas. Algo deberían guardar para ser tan
conocida entre viajeros y turistas. Y así era.
-La roca de Pidurangala, vista desde la roca de Sigiriya-
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F.Tomé 2015
Si algún día me acerco a Sri Lanka, no olvidaré subir a la roca de Pidurangala para contemplar la increíble vista de la roca Siguiriya, y me acordaré también de que vista desde allí esa famosa roca recuerda a tu mochila.
ResponderEliminarPara mi gusto te ha queedado un artículo especialmente bueno, aunque quizá sea solo que es más de mi estilo y que no te has empeñado en tu presunta cazurrería.
Gracias y saludos.
Y ese final inesperado y rotundo: "Y asi era"
ResponderEliminarVenga! que nos dejas a media cuesta. Que viste? Que secretos guardaba la Sigiriya?
Tendremos que esperar largo tiempo?
Besos