-Rotonda, con escultura del durián-
Si hubiera que definir Kampot (Camboya), esa pequeña
ciudad a orillas del Kampong Bay River
y muy cerca del monte Bokor, sería
por ‘su ritmo pausado, ambiente afable y tranquila atmósfera’. Su parte
antigua, era una agradable zona que aún mantenía ese viejo y transnochado aire
colonial francés. Decrépito, sí, pues por sus edificios se apreciaba el largo
tiempo transcurrido.
-Edificios coloniales franceses-
Con sólo darse una vuelta por la orilla del río se palpaba esa tranquilidad, resaltada aún más si la hora del paseo era al atardecer, con la preciosa puesta de sol. En toda aquella avenida lateral al río, se concentraban la mayoría de bares y restaurantes, todos ellos llenos, o regentados al menos, por numerosos turistas y expatriados. Se oía mucho hablar francés entre los jóvenes, y no tan jóvenes viajeros.
Le sorprendió, además, el gran número de rotondas que tenía Kampot, con sus respectivas estatuas modernas realistas, que ya había podido observar en otras ciudades. Le llamó especialmente la atención la ‘estatua del durián'*, hiperrealista, aunque también le pareció ver un cierto toque ‘kitsch’. Se decía que todas ellas servían para orientar al pueblo llano que no sabía leer. El viajero insatisfecho tiene dudas de que esta sea una verdadera teoría y no uno más de los tópicos y típicos bulos que se generan con el paso del tiempo.
Desde esta apacible ciudad se podían hacer
pequeños recorridos a la playa de Kep (unos 25 kilómetros), a
las cercanas salinas o al campo a apreciar de cerca la vida rural, incluso
visitar sus famosas plantaciones de pimienta.
La pimienta era tan extraordinaria en esta zona,
que según el libro-guía, estaba a punto “de ser el primer producto camboyano
que recibe una ‘indicación geográfica’ como los quesos franceses”, o el jamón
español, claro. El auge de las ventas de tan apreciado producto beneficiaba a
las familias que vivían de ella y, sobre todo, a los jóvenes que ya podían
casarse porque sus padres al fin tenían ingresos como para sufragar la dote.
Y al escribir esto, recuerda a aquel conductor de
tuc-tuc de la provincia de Ratanakiri
(visitada anteriormente) que en un
momento de sinceridad le dijo que seguía soltero porque era muy caro pagar la
dote de una mujer.
Así estaban las tradiciones camboyanas.
-Barco turístico para el paseo por el río-
Copyright © By Blas F.Tomé 2015
El colorido de tus fotos y la tranquilidad que ocmentas se contraponen muy biene a ese papel que te sienta tan bien de "desfacedor" de bulos.
ResponderEliminarLa vida, como el viaje, es múltiple (y cara para muchos).
Gracias y saludos.
Me sorprende que a un sitio como Kampot haya llegado también la fiebre de las rotondas. ¿Estos urbanistas modernos! Pero con o sin ellas... camboya es un país maravilloso. tal y como tú lo cuentas. Abrazos satisfechos!
ResponderEliminarPues sabes qué, Blas? Me están dando ganas de visitar Camboya. Me gusta casi todo lo que aquí cuentas: el rtimo pausado, el aire colonial francés, las grandes puestas de sol... lo que no me acaba de convencer es la escultura del durián (no me va ni el hiperrealismo ni el kitsch).
ResponderEliminarAdemás así podría practicar mi ya oxidado francés.
Bueno Blas, hasta otro día. Un abrazo: emilio
La pimienta! Con lo que me gusta masticar los granos negros de la salsa dl butter chicken. Jajaja!
ResponderEliminarLe van a quitar la supremacia a los de Kerala si no se espabilan, es que los frenchs estan volviendo atras a sus plantaciones como en Tunez o Marruecos...
El durian tiene un olorcito que echa para atras!
Besos
Kampot sí. Si recuerdo el durián en la rotonda. Lo de la pimienta no lo supe hasta leer algo de ese lugar. Pero si debe de ser pura exquisitez.
ResponderEliminarLos franceses en la cocina nunca se equivocan y cuando la pimienta la eligen de aquí, por algo será...