Era una mañana de paseos, turisteo y visitas holgazanas por La Rioja
alavesa. Tenía ganas de conocer el edificio de Frank Gehry de la empresa Herederos del Marqués de Riscal,
tantas veces visto en reportajes de vinos y documentales riojanos. Lo último
que recordaba de este artista era el Museo
de la Biodiversidad, de Panamá, que aún estaba en construcción.
Elciego -donde se ubica- se divisaba desde Laguardia, pueblo que relucía en lo alto de un pequeño cerro,
donde el viajero insatisfecho se encontraba.
Debía de esperar un buen rato para visitar la bodega “El fabulista” y… ¿qué mejor pasatiempos
que visitar Elciego?. Eran 6
kilómetros los que separaban ambos pueblos pero se hacían en un santiamén ¿o
será mejor decir en un periquete?.
El edificio de Gehry era
un original habitáculo de tejado luminoso, zigzagueante, lleno de curvas, de
luz y color: el del vino. Desde lejos, los brillantes colores parecían cambiar
(y lo hacen) dependiendo de dónde les llegue la luz. Más claro, más oscuro;
menos brillante, más ceniciento. Dicen los expertos que “Gehry le dio a este revestimiento tres tonos característicos de la bodega
Marqués de Riscal. Tonos rojizos similares a los del vino, el dorado de la
malla empleada por la bodega y el plateado de la cápsula de la botella”.
No se.
Tiene tal ubicación que desde el pueblo se divisa con dificultad en su
amplitud, aunque, eso sí, los tejados curvilíneos se podían ver desde cualquier
sitio. No intentó visitar
el inmueble, era más la emoción de admirar tal edificio singular rodeado de
viñedos. Paseó un rato, sacó varias fotos malas, intentó otras mejores y,
después, abandonó el lugar.
Este icono
arquitectónico allí quedó.
Copyright © By Blas F.Tomé 2014
Está bien, es curioso, pero la arquitectura sin ver "lo de dentro" es más que nada escultura.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Pues parece un Guggy de secano. Jajaja!
ResponderEliminarMas besos
Muy original el edificio...pero mejor saborear una copa de Marqués de Riscal.
ResponderEliminarUn abrazo, don Blas.