El río Luangwa hacía de
frontera natural del Parque Nacional South Luangwa (Zambia) pero ya desde la zona de campings y lodges, era
muy fácil encontrarse con todo tipo de animales. Hipopótamos, también, incluso
dentro de los mismos lodges. Parecía
ser que ninguno estaba vallado. Una vez dentro del parque, habiendo ya
atravesado el puente del río, el espectáculo era impresionante desde el primer
minuto, manadas y manadas de antílopes, elefantes, jirafas y cebras. También,
hipopótamos y cocodrilos.
Ha conocido muchos parques nacionales en África, tanto en el sur como en
el centro o en el oeste, pero sin duda este parque nacional quedará en la mente
del viajero insatisfecho por los ‘siglos de los siglos’. Nunca había
conseguido divisar, a pesar de sus muchos intentos y ocasiones, el leopardo, y
por fin, allí, en el South Luangwa, pudo conocerle en vivo y en directo. El 'momentazo' no decepcionó. El leopardo,
siempre tímido -discreto, diría- y poco dado a tranquilos paseos, cuando inició
aquel, lo que ocurrió a su alrededor fue de todo menos tranquilo. Sin ánimo
cazador entonces, era ya temido por todos los animales que le rodeaban: las
gacelas thomson (‘las macdonalds’ de
los parques, decían los guías) emitían un berrido especial, más allá del miedo;
los pájaros alertaban con fuertes graznidos; los facoceros lanzaban sus
gruñidos desesperados, y en los alrededores resonaba un concierto de
variopintos rugidos.
¡Qué 'momentazo'!.
Allí estaba. En principio, tumbado y observando a las cercanas gacelas;
luego, paseando con cierta, pero tímida, soberbia. Paseaba sosegado, y tardó al
menos dos minutos en desaparecer entre la maleza. Minutos de clic, clic, y más clic
fotográficos. Hasta las fotografías salieron difuminadas por la excitación de
su autor.
Una pena.
A las cuatro y media de la tarde empezaba el safari nocturno, dos horas a
plena luz del sol y dos horas en la penumbra, la ocasión se presentaba como una
oportunidad única de ver los animales durante la noche, algo que generalmente
no es posible en otros parques. De nuevo, cientos de gacelas por todos los
lados; otros herbívoros como los kudus, jirafas y cebras pastando
tranquilamente aunque molestos y huidizos con la cercanía del 4 x 4, y algún
que otro elefante y jabalí. Entre los compañeros se generó una buena sintonía-safari. Con las dos mexicanas, madre e hija, del pequeño grupo pudo, incluso, hablar español.
De nuevo, cuando hacía rato el sol había sucumbido en el horizonte, una
nueva coreografía de atronadores sonidos alertó al guía de la presencia de
algún peligroso animal. No podía ser otro que el leopardo. El avezado guía del
foco le localizó y siguió durante un buen rato. El animal, como hipnotizado por la luz, se acercó
al grupo visitante.
Dos veces en el mismo día.
No todos los espectadores de un gran parque nacional podrán contar lo mismo.
Copyright © By Blas F.Tomé 2014
Hola, Blas. No me extraña que fuera, como dices, un momentazo. Qué tendrá Africa que todo el que la conoce dice sentir algo especial que hace que uno se enamore de ella. Y , creo, tú lo estás.
ResponderEliminarUn abrazo, viajero.
Es auténticamente increible que vieras al leopardo, ese escurridizo y tímido felino como bien dices, no ya una vez sino dos en el mismo día. Es lo que tienen los viajes, que pueden ser como las mujeres para los hombres, tan exigentes como tan capaces de dar maravillosas e inesperadas sorpresas.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Que sugerente tu leopardo nocturno! Tiene un color dorado que cautiva.
ResponderEliminarSuerte la tuya ese dia.
Besos
El encuentro nocturno con el leopardo tuvo que ser impactante... la foto espectacular. Soberbio el felino. Tuve la oportunidad de verlo en Namibia.
ResponderEliminarLos animales en libertad nos siguen seduciendo, como te seduce a ti tu querida África. Besos felinos al tigre leonés ;)