El viajero (su sombra), después de visitar las cataratas Victoria
“Heme aquí frente a frente
de la espesa tiniebla desde donde
oírme debe la deidad 'rugiente'
que en su seno se esconde:
Dime, genio terrible del torrente,
¿a dónde vas al trasponer, la valla
del hondo precipicio,
tras la ruda batalla
de la atracción, la roca y la corriente. . ?” ( Por: Juan Antonio Pérez Bonalde).
de la espesa tiniebla desde donde
oírme debe la deidad 'rugiente'
que en su seno se esconde:
Dime, genio terrible del torrente,
¿a dónde vas al trasponer, la valla
del hondo precipicio,
tras la ruda batalla
de la atracción, la roca y la corriente. . ?” ( Por: Juan Antonio Pérez Bonalde).
Sin duda era una gran experiencia viajera sentir el estruendo infinito de las cataratas Victoria, en la frontera entre Zambia y Zimbabwe. En aquel recóndito paraje en los tiempos de Livingstone, se encontraba este regalo de la naturaleza salvaje para el que lo supiera apreciar.
Ahora, eso sí, la
naturaleza aledaña menos salvaje, más bien acondicionada para que el viajero o turista
presencie su ímpetu. Aunque nada artificial había en las cataratas en sí. Todo lo
artificial se encontraba en sus alrededores, lo que daba comodidad al visitante.
El sol calentaba ‘a rabiar’, como diría Pablo Alborán, pero cuando la cercanía del salto se medía en unos pocos metros, la lluvia que desprendía amortiguaba el pegajoso calor.
El sol calentaba ‘a rabiar’, como diría Pablo Alborán, pero cuando la cercanía del salto se medía en unos pocos metros, la lluvia que desprendía amortiguaba el pegajoso calor.
El viajero insatisfecho no suele
explayarse en mostrar fotografías pero en esta ocasión va a hacer una
excepción. Visitadas desde el lado ‘zambezi’ nada más, estas instantáneas
pueden dar idea de su grandiosidad aunque sin hacer justicia del lugar.
Para quedarse
atónitos.
Primera visión de las cataratas
Grandiosidad del lugar
Fuerza de la naturaleza
Diferente perspectiva
Las cataratas al fondo, vistas desde el puente-frontera
Una vez pasadas las cataratas, el río Zambeze comienza a zigzaguear por los barrancos
Copyright © By Blas F.Tomé 2014
Impresionante Blas!
ResponderEliminarEn tus palabras se muestra el disfrute de tus ojos y tu alma.
Me quedo atónito y sigo al Zambeze agitado después de disfrutar con lo que se nota que disfrutaste intensamente.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Me alegro de que te hayas explayado en mostrar fotografías de las cataratas, porque lo merecen y captaste su belleza con tu cámara.
ResponderEliminarPor un momento pensé que eras el autor de los versos inspirados ante las rugientes cataratas. Por cierto, las viste en todo su esplendor, con bastante caudal. Y veo que tu mochila azul sobrevive al tiempo y las aventuras vividas la mía también sobrevive tras muchos años de trote).
Un beso impetuoso para Livingstone y para ti.
Bien, ya estoy cautivada. La proxima catarata, la del Zambeze.
ResponderEliminarTus fotos nos seducen y se respira en tus palabras la fuerza de las aguas.
Cuando es el mejor momento para llegarse a ellas? A mediados de enero? Y eso de tu sombra? Es un simbolo?
Ya me diras.
Besos
Creo que enero es un buen mes, mi querida 'igoa...'. No tienen ni mucha ni poca agua ("the water is coming", dicen ellos).
ResponderEliminar¿La sombra?..... Ayyyy, la sombra. Pues otra 'gambada' de las mías.
Besos.
Mira por donde esta vez si que tenemos un tema que controlamos los dos, jajaja. He estado varias veces en las cataratas, la última este mes de septiembre, y reconozco mi debilidad por este lugar. Imagino el careto de Livininsgtone cuando las viera por primera vez (que no "las descubriera", porque estaban más que descubiertas por los debeles que vivían allí). Las he visto por los dos lados, y me quedo con la vista desde Zimbabwe. Aunque tus fotos me despistan; ¿aseguro que son todas desde el lado de Zambia? ¿no hay un par de ellas hechas desde el lado de Zimbabwe? En cualquier caso, ¡¡espectacular!! Un abrazo y feliz regreso a las cervezas de tu barrio.
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