-Círculo de espectadores-
Al viajero insatisfecho le extrañó un tanto que en aquella
populosa celebración del vudú en Ouidah
(Benín) no hubiera más público ‘blanco’. Hizo una pasada visual por el
multitudinario círculo y no encontró ninguno. Precisamente era 12 de enero, un
día después de la festividad del vudú más importante de todo África, más
internacionalmente conocida y visitada, pero como segunda jornada festiva también lo era
de celebraciones.
Considerado como la cuna del vudú, la ciudad costera de Ouidah atrae a seguidores de todo el
país, así como de Togo y Nigeria, que asisten creyentes a las
ceremonias religiosas.
El mochilero leonés tuvo ciertos problemas a la hora de hacer fotografías
pues se pusiera donde se pusiera, alguien al lado le hablaba de la prohibición.
Se cambió de ubicación varias veces y siempre le recordaban lo mismo. Nunca
llegó a creer tal cosa, y menos en un lugar público, aunque bailaran allí los
espíritus Egungun (?), bailarines
enmascarados representando los espíritus ancestrales del clan de los yoruba que regresaban para poseer y
ofrecer orientación.
-Espíritus Egungun, bailando-
Para ojos ignorantes y extraños era un baile multicolor. Resultaba
difícil entender lo que estaba ocurriendo en el centro del círculo. Bailaban ufanos, aunque de vez en cuando descansaran junto a otros danzantes en su
particular palco de honor. Los espíritus, mientras danzaban, eran acompañados
en todo momento por un guía que especialmente actuaba cuando se acercaban al
público. Con una vara, el terrenal-guía impedía que el espíritu danzante tocara
con sus manos o ropas a las personas congregadas en el círculo.
Eso sí, uno de los espíritus Egungun
(danzante enmascarado) cuando se percató del ‘blanco’ que le observaba, se
acercó raudo, alargando en silencio su mano para solicitar ese oscuro objeto
del deseo: el dinero.
Hasta los espíritus
del vudú cuando ven al ‘blanco-cajero-automático’
se convierten en terrenales.
-Palco de honor de los danzantes descansando-
-Espíritu Egungun se acerca a pedir dinero al 'blanco'-
Copyright © By Blas F.Tomé 2013
Vaya, vaya...te salió el lado antropológico. Me hubiera gustado ser testigo de esa ceremonia multicolor, y ser la única blanquita.
ResponderEliminarEsa foto del palco de honor es fantástica, como un cuadro.
Llama la atención que todos los danzantes tienen la cara enmascarada ¿no?
Hiciste bien en dar una "donación voluntaria", tal vez eevitaste que el espíritu Egungun te diera con la vara.
Besos al blanco espectador o "antropólogo inocente".
El espíritu Egungun se dio cuenta que el blanco-cajero automático-leonés era un descreído, por eso le pidió el vil metal, no por interés del cuerpo que lo acogía (¿no?).
ResponderEliminarGracias y saludos.
Y menos mal que hiciste fotos para poder ver esos fenomenales disfraces.
ResponderEliminarQue conste, queridos "Nurianómada2 y "Trans...", que no solté un duro, o un chavo. Eso sí, me cabreé un poquito y cuando me cansé de obsesiones monetarias-terrenales me fuí.
ResponderEliminarUn beso,guapos.
Pues que no te extrañe, Blas: eres un privilegiado (de ser el único blankito...).
ResponderEliminarYo en tu lugar tal vez hubiera dado alguna moneda, depende de cómo me hubiera pillado.
Y no te mosquees, Blas, con los espíritus del vudú: visto desde aquí, no me extraña su concepto de blanco-cajero.
UN abrazo: emilio
Haberles llevado una tortilla de patatas con pimientos, hombre, serían más terrenales aún. Ni te cuento con el puchero de costillas y lo que sea que se asemeja a comida para perros, ahí te hubieran dejado hasta hacerles un vídeo.
ResponderEliminarCierto, cierto, que aquí es tercera del singular y no como en el facebuque...(Si te ve el forense de mi juzgado te pone una equis, chaval).
Esas danzas, con lo poquito que yo conozco el continente, comparado con el experimentado viajero, ya me suenan, creo que las hacen en todas partes, como las misas de 'come el cuerpo de cristo, bebe la sangre de cristo' (lo nuestro tiene más morbo). Más besines egungunados, rey del puño apretao. ¡Que canalla eres, leonés!
PD. Me encanta el ser anónimo ahora que no me acuerdo ni de la contraseña. La vida es hermosa cuando se puede olvidar.