Este iluso siempre
pensó que viajar prolonga la vida. Se llena de rostros y paisajes,
conversaciones incomprensibles y silencios, de voces y de horizontes en
penumbra. Llueve y se marchitan las plantas, el viaje convierte al viajero en
un ser extraño, o no. No todo lo que ve
son ‘murallas chinas’, ni ‘torres eiffel’, ‘petras’, o ‘ciudades eternas’,
también hay llanos caminos por recorrer, o infinidad de cosas por disfrutar, no
necesariamente extraordinarias.
El viajero insatifecho cree que estas son
las mejores.
Al fin y al cabo
detrás de cada viaje hay una vivencia, real o imaginaria; un sueño por cumplir
o ya soñado y vivido. No tiene por qué ser un sensacional enclave al estilo ‘machu picchu’ sino que puede ser un
anodino paisaje como el que pueda surgir al abandonar cualquier ciudad. O una
calle que avanza entre baratijas y tiendas, donde hay objetos por todas partes,
colgados de las paredes, de los postes, de las ventanas enrejadas. Hay pulseras
artesanas de vivos colores, fruta variada y mal colocada, pañuelos de tela, de
lana zurcida y de llamativos colores, cazuelas de barro y madera, bolsas con 'chuches', y sombreros de paja o de tela. Cajas de cartón, apiladas, botellas de
plástico suspendidas de la rama de algún árbol. Sacos llenos de patatas o
cebollas moradas, o medio vacíos, por abandono.
Edificios con techos
de latón.
Personas que pasean, venden, compran o, simplemente, viven.
Personas que pasean, venden, compran o, simplemente, viven.
Llanos caminos de vida que no conceden un minuto
de tranquilidad. Recorrer esas calles sin nombre también genera una vivencia y
prolongan la vida.
Copyright © By Blas F.Tomé 2012
Así es. Hay lugares o momentos de un viaje que no cuestan dinero, y no están entre ninguna maravilla del mundo, pero llena mucho más nuestro espíritu y perdura en el tiempo.
ResponderEliminarYa sabía yo que, aunque lo disimules, también eres un poeta (que no te siente mal, eh). Comparto contigo lo que dices, solo que yo incluyo también entre las vivencias que alargan la vida esos "monumentos oficiales" que pareces despreciar. Nunca olvidaré la experiencia, camino de la visita a la Gran Muralla, de un Pekín interminable y oficialmente feo que, de pronto, era sustituido por montañas boscosas y fragmentos de la muralla.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Tienes mucha razón. Cada entorno tiene "sus" valores que hay que saber conocer y apreciar...mezclándose con ellos para vivirlo en primera persona...
ResponderEliminarFeliz Navidad
Mark de Zabaleta
Estoy de acuerdo con lo que afirmas. Conocer bien los lugares implica adentrarse en esos caminos y calles que no aparecen en las guías sino que aparecen a medida que uno quiere saber más.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Blas.
Pues mira, senor post-insatisfecho, a mi se me alrga la vida cada dia, aqui, cuando asoma el sol por el horizonte por encima del mar.
ResponderEliminarCierro los ojos y repito mi mantra.
Besos y nuevas experiencias para el ano 2013.
Quizá esas calles sean las más importantes del lugar, las de más vida, de las de más color, las de más luz, las de más humanidad, y las de más sabiduría...
ResponderEliminar"Reto" al viajero, a que "invente"(dé), o imagine, sólo por hoy, nombre para esa calle de la fotografía, que él sólo pudo sentir con sus cinco sentidos... Qué fue lo que más te vibró ("te tocó") de esa calle sin nombre...
Desde tus recuerdos, y sentimientos, ¿cómo la llamarías Blas?
Feliz Navidad, mochilero. Bueno, de momento, ya, Noche Buena...
Muchos Besos y que el 2013 te traiga muchas cosas buenas. Una de ellas podría ser un viaje para conocer al "LESULA", ¿sí? o ¿sí? ;-) Luego foto, eh!?
Pilar
Qué tiempos aquellos!
ResponderEliminar