El gallo cantó a las 2 de la mañana; luego, a las 3 y, de nuevo, a las 5, cuando compuso, junto a otros vecinos-colegas, la-melodía-del-despertar. El viajero insatisfecho dormía solitario, bajo un artesano y humilde mosquitero, sin algo parecido a un colchón, cansado, muy cansado, en una de las viviendas/choza de la comunidad emberá. Era un pequeño pueblo en el Darién, con un bonito nombre, Llano bonito.
La actual ubicación en Panamá de los diferentes pueblos indígenas, kunas, wounaan y emberá tiene que ver con la invasión española del siglo XVI y la presión sometida por la tierra. Las luchas y enfrentamientos entre estos tres pueblos que habitaban el Darién, por el azuce de los guerreros españoles, obligaron a los kunas a desplazarse mayoritariamente hacia la vertiente del mar Caribe o Costa Norte: el actual territorio del Kuna Yala. Los emberá continuaron ocupando una amplia zona de la selva del Darién, donde se encuentran actualmente.
Hasta allí, hasta Llano bonito, se acercó un día este leonés en un agotador trayecto a través de una tupida selva plagada de momentos sudorosos y confusos senderos.
Pero a las 6 (y poco), recién amanecido, cuando el gallo le despertó definitivamente, pudo contemplar un paisaje silencioso, bañado por una bruma matinal que le rodeó mientras estiraba sus entumecidos músculos. Al fondo, unas viviendas despertando al nuevo día y la escuela blanquiazul, único edificio construido de moderno material, que sus gentes tuvieron que transportar -hace apenas 8 años- a lomos de caballo, desde el lejano poblado de Quintín.
Y sus casas….
Y sus rapaces…., con sus pintadas.
La actual ubicación en Panamá de los diferentes pueblos indígenas, kunas, wounaan y emberá tiene que ver con la invasión española del siglo XVI y la presión sometida por la tierra. Las luchas y enfrentamientos entre estos tres pueblos que habitaban el Darién, por el azuce de los guerreros españoles, obligaron a los kunas a desplazarse mayoritariamente hacia la vertiente del mar Caribe o Costa Norte: el actual territorio del Kuna Yala. Los emberá continuaron ocupando una amplia zona de la selva del Darién, donde se encuentran actualmente.
Hasta allí, hasta Llano bonito, se acercó un día este leonés en un agotador trayecto a través de una tupida selva plagada de momentos sudorosos y confusos senderos.
Pero a las 6 (y poco), recién amanecido, cuando el gallo le despertó definitivamente, pudo contemplar un paisaje silencioso, bañado por una bruma matinal que le rodeó mientras estiraba sus entumecidos músculos. Al fondo, unas viviendas despertando al nuevo día y la escuela blanquiazul, único edificio construido de moderno material, que sus gentes tuvieron que transportar -hace apenas 8 años- a lomos de caballo, desde el lejano poblado de Quintín.
Y sus casas….
Y sus rapaces…., con sus pintadas.
¡No era un juego de niños. Era pura cultura 'emberá'!.
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