15 de septiembre de 2010

Albert Market / Gambia



El Albert Market de Banjul (Gambia) merecía una reposada visita.
Por otra parte, como cualquier otro mercado africano.
En esta ocasión, el viajero insatisfecho, que ha visto muchos y variados, no se resiste a contarlo porque les ocupó la mañana.
Lluvia, viento y ventisca. Agua, y más agua. Agua jarreada desde el cielo con tal fuerza que les obligó a encontrar cobijo en un destartalado, aunque muy organizado, puesto de coloridas telas. Desde aquel privilegiado punto de observación, acompañados de la simpatía de su dueño, se veía transcurrir el minuto a minuto de una gente que se adaptaba a todo, en perfecta simbiosis con la impredecible naturaleza. Unos, corrían bajo el intenso aguacero; otros, ordenaban y protegían sus pertenencias; los más, buscaban refugio en tenderetes y lonas; enfrente, dos mozalbetes, subidos a un taburete de madera, esquivaban los regueros de agua e, inmóviles, esperaban a que las nubes callaran.
El agua, que insistió en caer una hora muy larga, pareció limpiar el fuerte y cercano olor a desperdicios casi pútridos y dejó las calles aledañas convertidas en un sucio mar por donde los coches trataban de circular en medio de nerviosos acelerones.
Fue una mañana de tenderetes, menudencias cárnicas, bazares, ropajes de colores, uralitas metálicas, plásticos y escaparates. Todo parecía abarrotado, atestado, apelotonado y abigarrado de objetos.
Fue una mañana de collares de madera, estatuillas, sastres en sus puestos de trabajo, jarroncitos, verduras variopintas y aguas putrefactas, pero, también, de mujeres impolutas -entre el barrillo y desperdicios-, vestidas con increíble mimo y destreza.
Olían a viento oceánico y maderas ribereñas.

Copyright © By Blas F.Tomé 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario