El tan cacareado Templo del Cielo, de Beijing, es uno de esos sitios -junto con la Ciudad Prohibida- que, viajando a la capital china, es de obligado recorrido. Lo más ‘cojonudo’ es que no es un templo, es un recinto. El templo más famoso, el que sale en todas las fotos (el viajero insatisfecho también le hizo alguna) es el Salón de Oración por la Buena Cosecha, palacete circular, rodeado de bellas balaustradas de mármol blanco. Es la simetría personificada y arquitectónica del actual régimen chino, aún siendo bastante más ancestral que las políticas de Mao.
En su interior -decía el libro/guía- existen varias columnas que representan las estaciones (4), los meses de año (12), y 12 más que aluden a las horas del día.
¡Habráse visto interpretación más forzada!.
Lo más impresionante de este edificio es que está hecho, la mayor parte, de madera y para las necesarias uniones carece de clavos y tornillos.
En sus alrededores, aquel lejano día, grupos de jóvenes chinos sucumbían a unos estéticos movimientos orientales, quizás tai-chí, y otros pequeños grupos bailaban a la manera occidental; estos, vigilados atentamente por varios policías chinos en clara actitud amenazante.
En su interior -decía el libro/guía- existen varias columnas que representan las estaciones (4), los meses de año (12), y 12 más que aluden a las horas del día.
¡Habráse visto interpretación más forzada!.
Lo más impresionante de este edificio es que está hecho, la mayor parte, de madera y para las necesarias uniones carece de clavos y tornillos.
En sus alrededores, aquel lejano día, grupos de jóvenes chinos sucumbían a unos estéticos movimientos orientales, quizás tai-chí, y otros pequeños grupos bailaban a la manera occidental; estos, vigilados atentamente por varios policías chinos en clara actitud amenazante.
Otra particular manera que tienen los timoneles chinos de ‘educar’ a su pueblo.
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