En las ya insistentes entradas en este ‘blog’, el viajero insatisfecho se interesa por las impresiones de primera mano, vividas en los diversos lugares y evita referirse a temas que se salen fuera de sus dominios, en los que no se considere experto o que, al menos, no pueda salir indemne del aprieto.
En estas horas que pasó en Accra (llegó de madrugada, después de un tránsito en Casablanca -Marruecos-) se descubrió,…..; mejor, se redescubrió como apasionado de África. Este continente donde siempre se siente pequeño, lejos de la protección de su particular ‘senda de los elefantes’, por más sendas que encuentre, labradas por millones de negras pisadas, en el territorio africano.
Todas serán extrañas.
En sus visiones y sensaciones: nada de prepotencia de blanco.
Nada de ver al negro vendiendo CD’s y decirle NO con indiferencia. La indiferencia la vio en ellos, y fue hacia el viajero.
Nada de mirar por encima del hombro como hacían el colonizador inglés, belga o normando.
Donde hay que mirar al negro es aquí, en su territorio, en su faceta de amo y dueño. ¿Le gusta al mochilero sentirse pequeño?.
No. Le gusta ver la diferencia entre el negro de mirada penetrante, poderosa e integrado en su tierra, y el otro -cercano- de mirada pedigüeña a la puerta de una tienda o mercado con ‘La Farola’ en la mano.
En estas horas que pasó en Accra (llegó de madrugada, después de un tránsito en Casablanca -Marruecos-) se descubrió,…..; mejor, se redescubrió como apasionado de África. Este continente donde siempre se siente pequeño, lejos de la protección de su particular ‘senda de los elefantes’, por más sendas que encuentre, labradas por millones de negras pisadas, en el territorio africano.
Todas serán extrañas.
En sus visiones y sensaciones: nada de prepotencia de blanco.
Nada de ver al negro vendiendo CD’s y decirle NO con indiferencia. La indiferencia la vio en ellos, y fue hacia el viajero.
Nada de mirar por encima del hombro como hacían el colonizador inglés, belga o normando.
Donde hay que mirar al negro es aquí, en su territorio, en su faceta de amo y dueño. ¿Le gusta al mochilero sentirse pequeño?.
No. Le gusta ver la diferencia entre el negro de mirada penetrante, poderosa e integrado en su tierra, y el otro -cercano- de mirada pedigüeña a la puerta de una tienda o mercado con ‘La Farola’ en la mano.
¡¡Un primer saludo ghanés!!.
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