3 de septiembre de 2009

El Nilo, sosiego, mansedumbre y calma

    












El Nilo es la columna vertebral, la arteria principal, el bíceps musculoso que amplifica la potencia de un Egipto que vive aún de la historia, de su civilización pasada y su legado heredado. La rivera de este histórico río es un manto de espesos matorrales de arbustos acuáticos y palmeras. Su verdor de matojos y, otra vez, palmeras contrasta con las montañas de arenisca caliza que el viajero insatisfecho ve cercanas desde el centro de cauce. Sus orillas desprenden suavidad, sosiego, mansedumbre y calma (¿alguien da más?). Y destilan -también- vida islámica, con el sonido del ‘mohecín’, que se oye intermitente, llamando a la oración desde el minarete de cualquier mezquita lejana e invisible, tal vez, diminuta como diminuta la aldea donde aquella se yergue, fanática y altiva. En sus zonas pantanosas crecen flores de loto y de papiro, plantas ambas de altos vuelos faraónicos. Representaban simbólicamente el alto y bajo Egipto.
Se cultiva -como antiguo- el lino, base artesanal para ciertos elementos ornamentales y vestidos. Actualmente, el lino egipcio esta -dicen- entre los más solicitados. También el algodón, que se introdujo en el periodo ptolemaico. Y se ven plantas con flores como la amapola, los narcisos y malvarrosas, y plantas cultivadas como los guisantes, garbanzos, pepino, lechuga, el apio y la cebada. El Nilo lo riega todo y amamanta. Su potencia arrolladora, domeñada por la presa de Assuan, explota con su savia de cultivos.El egipcio es agradecido con su río pero ¿lo cuida?.
Copyright © By Blas F.Tomé 2009

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