7 de agosto de 2009

Región amazónica ecuatoriana

Blandiendo en alto enormes machetes, el más que relativo cabreo en sus rostros y fuertes gritos atronadores en bloque, no parecía la mejor manera de que aquella numerosa manifestación terminara de forma pacífica. En su honor, cabría decir que aquellas herramientas se utilizaban y simbolizaban el duro trabajo de la región amazónica ecuatoriana, el duro quehacer en el cultivo selvático. Trabajo de jornalero mal pagado, de primitivo explotado de sol a sol y asalariado de permanente sudor.
Pero aquel día, aquellos cientos y cientos de facas se convirtieron en un arma de dignidad, de lucha, de poderío, de grito ante la injusticia. El hombre de la zona amazónica ecuatoriana se levantaba contra la voluntad del burócrata quiteño (de Quito) y su heredada prepotencia.
El viajero insatisfecho se manifestó con ellos, oyó sus discursos, blandió su imaginario machete y gritó contra la fiera urbe que grava sus reglas a quien ya las tiene impuestas, y tiene tatuado su sufrimiento por la salvaje naturaleza.

La ciudad de Tena entera gritó al unísono su particular grito, que era de rebeldía y a la vez de orgullo: “¡Somos primitivos!”.


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