Ahora, mis ratos muertos, mis ratos libres se los dedico a dos kilos de papel. Si. Sí, eso es lo que pesa aproximadamente el libro “Hacia los confines del mundo”, de Harry Thompson, Son 823 páginas dedicadas a reconstruir el apasionante viaje de Charles Darwin en el Beagle para confirmar sus teorías.
En el suplemento “Babelia” de El País hablan así de él: “Es un fresco impresionante que comprende el tiempo transcurrido entre 1828 y 1865. El libro, como no podría ser de otra manera, es extenso, pero en cada una de sus 823 páginas está la mejor letra para establecer una conexión intensa con el espíritu de una época: esa impronta del hombre blanco colonizador, tirano y paternalista. Pero sobre todo está la gran amistad y la gran confrontación entre dos personalidades distintas y muy inteligentes a los que el viaje transformó (se refiere a Charles Darwin y al capitán Robert FitzRoy). Fue en el Beagle donde Darwin dejó morir su idea de ser clérigo y donde esbozó la teoría moderna de la evolución”.
Alguno de vosotros se imaginará a este viajero delante de su desordenada mesa, llena de papeles y cachivaches, bajo un flexo roto, mesándose su destartalada barba y perilla, leyendo este libraco con cierta ansiedad y stress. Pues es verdad, ya que leerlo acostado en la cama, uno de los lugares favoritos, descentra el interés y, su peso, desvía al lector.
Así termina la crítica literaria en “Babelia”: “Hacia los confines del mundo es un libro memorable que ustedes no pueden perderse”.
Para los que no sean lectores de libros de viaje, creo yo, sería una buena manera de iniciar una afición bonita, ensoñadora, refrescante, relajante y, por qué no decirlo, culta. No es un consejo (nunca los doy), es una sugerencia.
En el suplemento “Babelia” de El País hablan así de él: “Es un fresco impresionante que comprende el tiempo transcurrido entre 1828 y 1865. El libro, como no podría ser de otra manera, es extenso, pero en cada una de sus 823 páginas está la mejor letra para establecer una conexión intensa con el espíritu de una época: esa impronta del hombre blanco colonizador, tirano y paternalista. Pero sobre todo está la gran amistad y la gran confrontación entre dos personalidades distintas y muy inteligentes a los que el viaje transformó (se refiere a Charles Darwin y al capitán Robert FitzRoy). Fue en el Beagle donde Darwin dejó morir su idea de ser clérigo y donde esbozó la teoría moderna de la evolución”.
Alguno de vosotros se imaginará a este viajero delante de su desordenada mesa, llena de papeles y cachivaches, bajo un flexo roto, mesándose su destartalada barba y perilla, leyendo este libraco con cierta ansiedad y stress. Pues es verdad, ya que leerlo acostado en la cama, uno de los lugares favoritos, descentra el interés y, su peso, desvía al lector.
Así termina la crítica literaria en “Babelia”: “Hacia los confines del mundo es un libro memorable que ustedes no pueden perderse”.
Para los que no sean lectores de libros de viaje, creo yo, sería una buena manera de iniciar una afición bonita, ensoñadora, refrescante, relajante y, por qué no decirlo, culta. No es un consejo (nunca los doy), es una sugerencia.
Pues yo a una sugerencia sí no puedo resistirme. Mañana a la libreria :)
ResponderEliminarExcelente Blog la verdad me llama mucho la atención….
ResponderEliminarHace poco empecé el mío
Se llama Bonjour Quebec
http://bonjourquebec.blogspot.com
Cualquier cosa estoy a la orden
Saludos y Éxito en la vida...
Alain
Me lo regalaron hace mucho y estaba acumulando polvo hace un par de años. Finalmente lo lei, y es altamente recomendable.
ResponderEliminarSaludos.