27 de enero de 2007

India y Nepal: Iniciación viajera

Eso representa mi primer viaje a la India: la iniciación como viajero. Corría el año 1986 (¡¡cuánto tiempo!!) y me embarqué, como un pardillo, en la mejor experiencia de mi vida.
Cuánto sufrimiento, cuánto miedo y cuánta soledad en aquellos días iniciáticos, que pasaron a ser, con los años, uno de mis mejores viajes: el primero. De huir de mi pueblo, “para no sacar patatas” -como suelo decir a mis amigos- a meterme en el impresionante mundo oriental, con mis temores y mis ansias de conocer, pero con el inconveniente del desconocimiento del idioma y..... la soledad de mi mochila. No hablaba una palabra de inglés y la incomunicación llegaba a puntos extremos, sospechosos, indignates, tal vez, de superación.
Fueron cuarenta y cinco días en los que vi la pura realidad del pueblo hindú en su cruda existencia. Pasé miedo paseando por Chandhi Chowk, de Old Delhi; desconcierto en los viajes del tren; admiración ante el Taj Mahal, en Agra; cierta espiritualidad al presenciar las abluciones en el río Ganges en la ciudad de la muerte, Varanasi o Benarés; mucha ternura al conocer a los shadus (como el de la fotografía) y comprender su abandono de lo material y su dedicación a la oración; confusión al presenciar, a lo lejos, las cremaciones en los ghat del río, y cierto reposo al cruzar la frontera nepalí y recorrer las tranquilas calles del centro de Katmandú. En Pokhara, en las laderas del Annapurna, admiré, al amanecer, lo impresionante que pueden ser las frías, rocosas y blancas cumbres del Himalaya, para eso el jefe del pequeño hotel en que me hospedaba se encargaba de despertarte a las 6 de la mañana, único momento del día en que las nubes dejaban divisar en todo su esplendor la cima.
A la orilla del lago de Pokhara encontré a la primera pareja de españoles, a los que mareé y agobié con mis inmensas ganas de “charleta”, después de aproximadamente un mes sin poder comunicarme en español. Misión cumplida. Mi iniciación viajera había comenzado con éxito. Aires de libertad dentro de mis venas y la mochila, el bien más preciado. Luego vinieron viajes y más viajes de turismo mochilero: Jordania, Turquía, Madagascar, Tailandia, China, Vietnam, Senegal, Tanzania, Malawi, Colombia, Cuba, Trinidad y Tobago, Venezuela, Costa Rica,….. y siempre pensando: misión cumplida, pero siempre......., insatisfecho.

1 comentario:

  1. Al leer tu entrada, me siento totalmente identificado a pesar de que mi iniciación fue bastante más tarde, en 2004, cuando me aventuré al extranjero por primera vez con una mochila en el mismo país. Pasé dos meses en la India y experimenté las mismas sensaciones que describes. Además, tampoco sabía nada de inglés. También tuve algunas experiencias desafortunadas, como caer varias veces en manos de estafadores. Una de las situaciones más peligrosas fue mi primera madrugada en el aeropuerto de Delhi, donde estuve a punto de ser víctima de unos falsos taxistas hasta que un policía intervino y me salvó. Tristemente, semanas más tarde, ese mismo grupo asesinó a una mujer australiana. Sin duda, viajar en el 86 debió de ser aún más complicado que en el 04.

    Sin embargo, este viaje marcó un antes y un después en mi vida. A pesar de los malos momentos, también tuve la oportunidad de vivir los mejores momentos de mi vida.


    Y muchas gracias por este blog que he descubrí ayer y me ha hecho pasar un buen rato leyéndolo.

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