Todo mi mundo laboral se me fue al carajo hace varios años, y pensé que viajar era una de mis mejores soluciones, pero…. la cuestión monetaria condiciona, y aquí me veis, insatisfecho.
Así me despedía de mis compañeros (alegre, realizado,…con vida) en mi última cena de confraternización:
“Nunca olvidaré los ratos que he pasado con vosotros. De eso, estoy seguro. Me gustaría decíroslo directamente, y mirándoos a los ojos, pero me resulta muy difícil. Y no es que me asuste lo difícil, lo que ocurre es que para decir exactamente lo que quiero decir necesito la palabra escrita, que siempre es más precisa. Podríais pensar que efectivamente es más precisa, pero menos espontánea. Lo admito, pero no significa que sea menos verdadera, que es lo que al final importa.
Tal vez tengáis curiosidad por saber si el recuerdo de esos momentos es “bueno o malo”. ¡El recuerdo es bueno!. Podría ser más explícito, pero vuestras caras me lo impiden. No puedo engañaros, sin embargo, y deciros que todo ha sido bueno, pues en algún momento ha sido cansado, agotador y, siendo exagerado, extenuante. Pero sólo han sido décimas de segundo. ¿Cómo voy a guardar en mi cabeza esas mínimas décimas?. Las he olvidado, y si las recuerdo ahora es, únicamente, por ser mi despedida.
Si bien no soy capaz de deciros que ha sido una vivencia muy agradable, si soy capaz de escribirlo, porque escrito está. Y lo califico de “vivencia”, porque sé que aún me quedan muchas otras, y todas ellas, sumadas, creo que serán una vida. La mía. Ayer, caminábamos por el mismo sendero, hoy, sentado en un ribazo, os veo pasar. No os agobiéis, no. Guardad vuestras lágrimas para mejores causas. Simplemente, me apetecía deciros lo que he escrito, sin más”.
“Nunca olvidaré los ratos que he pasado con vosotros. De eso, estoy seguro. Me gustaría decíroslo directamente, y mirándoos a los ojos, pero me resulta muy difícil. Y no es que me asuste lo difícil, lo que ocurre es que para decir exactamente lo que quiero decir necesito la palabra escrita, que siempre es más precisa. Podríais pensar que efectivamente es más precisa, pero menos espontánea. Lo admito, pero no significa que sea menos verdadera, que es lo que al final importa.
Tal vez tengáis curiosidad por saber si el recuerdo de esos momentos es “bueno o malo”. ¡El recuerdo es bueno!. Podría ser más explícito, pero vuestras caras me lo impiden. No puedo engañaros, sin embargo, y deciros que todo ha sido bueno, pues en algún momento ha sido cansado, agotador y, siendo exagerado, extenuante. Pero sólo han sido décimas de segundo. ¿Cómo voy a guardar en mi cabeza esas mínimas décimas?. Las he olvidado, y si las recuerdo ahora es, únicamente, por ser mi despedida.
Si bien no soy capaz de deciros que ha sido una vivencia muy agradable, si soy capaz de escribirlo, porque escrito está. Y lo califico de “vivencia”, porque sé que aún me quedan muchas otras, y todas ellas, sumadas, creo que serán una vida. La mía. Ayer, caminábamos por el mismo sendero, hoy, sentado en un ribazo, os veo pasar. No os agobiéis, no. Guardad vuestras lágrimas para mejores causas. Simplemente, me apetecía deciros lo que he escrito, sin más”.
Y me fuí a la búsqueda de un chaman a la selva amazónica, para que me quitara los malos espíritus y averiguara de dónde venía mi enfermedad mochilero-viajera.
bueno ya despues de 8 años puedes sacar tus conclusiones
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