Imagen de National Geographic
En
el imaginario del viajero insatisfecho
esta uno de esos lugares que, en cierto modo, es el súmmum de lo enigmático: el
pantano del Sudd. En sus primeras lecturas de exploradores ya había fijado su
interés en ese accidente geográfico. En su mente figuraba como objetivo. Estos
días, disfrutando del libro ‘Hijos del Nilo’, de Xavier Aldekoa -que recomienda- leyó con
cierto regocijo una descripción o interpretación de ese lugar que ocupaba, y
ocupa, un hueco en su imaginario como viajero. A veces, leer constituye una
extraña manera de viajar o de alimentar en la imaginación un recorrido que ya
existía en ella. Cree que este es el caso. No se va a resistir y lo va a
transcribir tal y como lo leyó, tal y como aparece descrito en el libro:
“El pantano
del Sudd, que cubre el norte de Sudán del Sur, cambia cada año de forma. El
caudal del Nilo altera cíclicamente el patrón del laberinto de islas y canales
navegables y lo convierte en una trampa para la orientación. Su vasta
extensión, las altas temperaturas y la densidad de la flora provocan que
prácticamente la mitad del agua se pierda por la transpiración de las plantas o
la evaporación. También es uno de los accidentes naturales más influyentes en
la historia de la exploración. Porque nadie ha podido con el Sudd.
Es curioso como los nombres definen una actitud
frente a la Historia. En árabe, Sudd
se traduce como ‘barrera’ u ‘obstrucción’. Hay en ese significado un reto, una
frustración por la exploración inacabada. Durante siglos, el Sudd demostró ser un muro tan
impenetrable que hasta Roma respetó su nombre árabe. Hace más de dos mil años,
un batallón de soldados romanos enviados a remontar el Nilo hasta sus fuentes
no consiguió ir más allá de este bloque pantanoso, que marcó el límite de la
penetración romana en África ecuatorial. Ese respeto por la toponimia local no
se mantuvo en otros lugares. De nuevo, el lenguaje da pistas del cambio de los
tiempos: cuando a partir del siglo XV los europeos expandieron sus dominios por
África, viajaron con la mirada fija en sus ombligos. Por eso bautizaron a las
nuevas tierras, que por supuesto ya tenían nombres, con sus apellidos o los de
sus monarcas, como Rodhesia, hoy Zimbabue y Zambia, en honor al empresario y
colonizador Cecil Rhodes; la ciudad de Livingstone, fundada por el célebre
explorador escocés, o el lago Victoria, nombrado así en honor a la reina
británica. Hay cientos ejemplos similares. Los exploradores occidentales
también tiraron de la pereza o la avaricia. En un alarde de imaginación
egocéntrica e interés comercial, los europeos bautizaron algunas regiones con
las riquezas que esperaban sacar de ellas (Costa de Marfil, Costa de los
Esclavos, Costa de Oro,…) o con lo primero que veían o escuchaban (Cabo Verde,
por las montaña llenas de flores; Sierra Leona, por los violentos golpes de olas
contra las rocas que parecían rugidos de León; o Camerún, por los abundantes
camarones en sus estuarios,….). Como el Sudd
se mantuvo inaccesible al empuje colonialista blanco, a nadie se le ocurrió
cambiarle de nombre. Para qué. Sigue siendo una barrera”.
Copyright © By Blas F.Tomé 2017
Me alegra, Blas, que estés disfrutando con la lectura de Aldekoa. Comparto lo de "A veces, leer constituye una extraña manera de viajar o de alimentar en la imaginación un recorrido..." y, como no tengo previsto visitar Sudán del sur, tomo nota dele libro recomendado y y me imagino disfrutando de su lectura en las ya próximas vacaciones.
ResponderEliminarUn abrazo: emilio
Estoy en ello. Todavía no lo he terminado, sobre todo porque últimamente no estoy leyendo mucho, aunque sea una de mis pasiones.
ResponderEliminar¡La vida!.
Cuenta el periodista, también, el paso por el lago Tana, por Etiopía, y de ese país si soy conocedor. Algún día visitaré el Sudd, lo intuyo. Está en mi cabeza.
Un abrazo, Emilio.
Si lo recomiendas tú, seguro que será buena elección. Si, los nombres de los países los puso al igual que al hacer las fronteras, el hombre blanco. No creo que lo que necesite el continente negro es más barreras ni si quiera en sus nombres. Habrá que visitarlo ¿no? Saludetes :)
ResponderEliminarPD. En una lista de libros recomendados, dividida en varias secciones, el libro de Aldekoa está en primera posición entre los recomendados para viajes: http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/libros-recomendados-5629841
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