Como llegó a Ouidah (Benin) el día siguiente de la señalada festividad del vudú (10 de enero), no
había podido disfrutar de la compleja imaginería de esta ‘religión bailada’
como se considera al vudú. Posteriormente, se enteraría
de que realmente el 10 de enero no fue un día interesante en la vida de otros
mochileros-visitantes pues la cita se redujo a mucho bla, bla, bla de las autoridades, bienvenidas, recuerdos y
agradecimientos pero poca actividad fuera de lo común.
Por ello, decidió
irse al bosque sagrado de Kpassé, en uno de los barrios de la ciudad,
pues el libro-guía ‘lo vendía’ como el mejor lugar para captar un poco la
esencia de esta religión tan confusa, con sus estatuas, mitos y leyendas. El
nombre del bosque era el mismo que el de un antiguo rey de Savi, localidad
cercana, que fundó la ciudad de Ouidah. Fue Kpassé,
hijo del primer rey, quien inició los primeros contactos con los
navegantes portugueses que empezaban a explorar las costas africanas, allá por
el siglo XV.
Era necesario un guía para acceder a tan sugerente lugar pero sus
explicaciones resultaban un poco ‘extrañas’ a los oídos profanos, al menos a
los oídos del viajero insatisfecho por sus alusiones a poderes mágicos,
zonas tabú, incluso, a las facultades esotéricas de los murciélagos allí aposentados.
Bueno, nada fuera de lo normal sabiendo como sabía que Kpassé fue primero rey y, a su muerte, permutó y se reencarnó
en un iroko, árbol majestuoso
y –según pudo comprobar- muy envejecido. La historia no era muy realista, más
bien -diría- surrealista.
El sitio llamaba al
recogimiento y al silencio si no fuera por los miles de murciélagos colgados de
las ramas de otros grandes irokos (no del iroko-dios) que, al verse
sorprendidos, comenzaron con sus gruñidos. Nada más entrar, allí estaba la estatua de Legba, otro dios, que lo era de la
virilidad y de no sabe cuántas cosas más, representado con grandes cuernos y un
sensacional miembro viril, envidia de viajeros.
Era el primer dios allí situado pero uno más de
las muchas, enigmáticas y extravagantes estatuas del bosque sagrado de Kpassé.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013
Pues si al viajero insatisfecho le resultan extrañas las explicaciones del guía, imagínate a mí.
ResponderEliminarEso sí, el iroko sí se ve bien majestuosos y Legba...
Me quedo con el iroko y todos esos nombres evocadores. Juntos forman un misterio que, por supuesto, no es realista. Sigamos descubriendo mundos, no hace falta comprenderlos para hacerlo.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Interesante tu artículo y es un placer saber más cosas de Benin. Supongo que el vudú nos resulta bastante ajeno y es difícil comprenderlo.
ResponderEliminarMe gustan los bosques, y me gustaría reencarnarme en un árbol Iroko de corteza envejecida. Imagino que te llamó más la atención Legba, el dios de la virilidad y demás.
Un beso hasta tu rincón sagrado.
El Legba ese es para considerar eh!
ResponderEliminarNo conocía nada de ese bosque, como del resto de Benín :(
Lo del libro-guia sucede muchas veces. Vas a ver cosas que que dicen y luego es una "castaña".
Se nota mucho que Africa es un continente que te cautiva :)
He tenido que recurrir Blas y a este post porque estoy justo delante del este ser viríl cornudo ahorita mismo. Parece todo un lugar enigmático y misterioso.
EliminarQuerido viajero:
ResponderEliminarA pesar de mis tardanzas, qué bien 'volver sobre tus pasos' y encontrarte todavía por Benin. Imagino, como en alguna otra ocasión, tu cara de escepticismo ante semejantes explicaciones del guía..., pero la verdad es que el lugar tiene que merecer mucho la pena visitarlo, aunque sólo sea por ver ese majestuoso árbol (iroko), que, sí, ya sé que no la harías..., pero dan ganas de abrazarlo (en la medida que se pueda) y cargarte de energía, de su 'savia'... Recomiendan hacerlo, ¿por allí no?, y más cuando tiene tanta 'corteza'... Y si el bosque es sagrado, ya ni te cuento... ¿Esoterismos? ¿Fe? Realidad.
En cuanto a Legba..., si no es porque dices lo de los cuernos ni me había fijado. Te iba a preguntar si daban 'estampitas'..., pero teniendo cámara, para qué, ¿verdad?
Fuera de bromas, que ya me estoy alargando más de la cuenta...
Lo que debe 'mosquear' un poco es ver tanto murciélago colgado..., aunque, claro, eso ayudará a dar mucho más misterio al bosque, que no me cabe duda que invitase al recogimiento y a las más profundas meditaciones de todas clases...
Nunca nos defraudas, viajero-insatisfecho, siempre descubriéndonos cosas...
Besosss, hacia donde estés o te dirijas.
Pilar
Y que arbol es ese "iroko"? Tu es que no nos informas. Ni vemos las hojas siquiera!
ResponderEliminarEl tio de la verga, un Priapo cualquiera. Con esa barba parece de la peninsula. No?
Besos
Como buen viajero decidiste aprovechar el tiempo buscando lugares como el bosque sagrado y vivir la realidad del lugar en lugar de soportar explicaciones vacías. Interesante lo que nos cuentas.
ResponderEliminarUn abrazo, Blas.