18 de agosto de 2023

La zona de Lubango / Angola


Loma de Lubango
Si algo sorprendía de Lubango y de su centro, era un relativo orden. Su cuidado aspecto y cierto desarrollo urbanístico, con calles bien asfaltadas, aceras ordenadas y motos y coches en relativo orden. Cuando apareció por allí, el viajero insatisfecho se encontró con una ciudad que no parecía muy africana. El río, con escaso cauce, estaba muy bien delimitado y un gran paseo nuevo florecía en ambas orillas.

Letras de Lubango


Cristo Rey

Desde cualquier parte de la ciudad se divisaba el Cristo Rey y las grandes letras de LUBANGO, ambas en la montaña que se elevaba a las afueras de la ciudad. Creía que el sitio merecía una visita y en ello se empeñó contratando a uno de los motoristas que circulaban por las calles. Había un largo camino hasta allí, pero consiguió un precio muy razonable. Creo que le sorprendió incluso al moto-taxi que le pidiera precio para ir hasta allí. Una carretera serpenteaba hasta subir a la parte alta de aquella loma. Luego, un desvío llevaba, primero hasta una base militar y, luego, al monumento.

La estatua era una versión reducida del famoso Cristo del Corcovado de Rio de Janeiro, y estaba iluminada incluso por las noches. Fue construida entre 1945 y 1950 utilizando mármol blanco brillante. El Cristo, sobre un pedestal y con los brazos abiertos, había sido restaurado hacía poco, pero aún mantenía cicatrices de guerra, aunque difícilmente apreciables. Pasó un largo rato por allí, apreciando Lubango en toda su amplitud y se acercó también a las grandes letras con el nombre de la ciudad. Como acababa de llegar a la ciudad y no quedaba mucho día por delante, con esta visita lo dio por concluido, pero al finalizar contrató al mismo motorista para que al día siguiente le llevara a las fisuras volcánicas de Tunda-Yala, lugar obligado de visita.


Fisura de Tunda-Yala

Cuando llegaron a la zona, mostraba la más absoluta soledad. Solamente una muchacha muila o kunene (?) merodeaba por allí a la caza de visitantes, a los que pudiera sonsacar algo de dinero, como fue el caso. Le dio unas pocas monedas, y su simpatía se abrió así para dejarse fotografiar, sin malas caras y gestos de desaprobación.


Joven muila o kunene

Tunda-Yala era una asombrosa garganta recortada en las laderas de Chela. Había un mirador de hormigón al borde del acantilado sobre un profundo barranco de unos mil metros. El lugar era tranquilo porque la visita fue entre semana, pero, según pudo saber, los fines de semana se llenaba de gente de Lubango que llegaba allí a disfrutar de esa brisa de montaña, fresca, casi fría por las tardes, y de las virtudes visuales de la zona. El sentimiento de paz y tranquilidad era engañoso pues Tunda-Yala tenía una historia macabra. Fue un lugar en el pasado, en un pasado relativamente reciente, donde a los criminales, desertores y rebeldes se les vendaban los ojos y se les disparaba o se les hacía caminar hasta el borde con las previsibles consecuencias que todos imaginarán.

Desde otro de los miradores, se apreciaba la extensión de aquel valle en todo su esplendor, con la población de Bibala, vista en miniatura desde aquella altura, al fondo de aquella vasta y verde extensión divisada.

Una vez recorridos todos los recovecos de la zona y disfrutado de la leve brisa, la vuelta fue tranquila, lenta y dichosa.

Copyright © By Blas F.Tomé 2023  

2 comentarios:

  1. Las letras gigantes de Lubango, Blas, parecen un remedo de las de Hollywood y el Cristo ya lo has dicho tú a quién trata de copiar. Y hablando del cristo: si lo que se ha tratado de reparar con la restauración son esas "heridas de guerra", más vale que las hubieran dejado para recordar a sucesivas generaciones (iba a escribir "nuevas generaciones", pero no quiero que los peperos se molesten) esa guerra.
    La garganta de Tunda-yara da vértigo. Nos hablas de su pasado macabro, precisamente hoy 18 de agosto, aniversario del asesinato de Lorca. Aquí también...
    Un abrazo

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  2. Totalmente de acuerdo con vosotros, una imitación...
    La garganta impresiona, pero es una gozada verlas así, 'a vista de pájaro'... Las sensaciones son indescriptibles, como imaginarse a las personas que ponían, con los ojos vendados, al borde del precipicio...
    Blas, me pregunto si estaba cerca algún poblado por donde estaba la chica de la fotografía (parece una adolescente) porque es triste imaginarse que buscase turistas... Por cierto, sus pies me han recordado a los míos el otro día, en una ruta montañera. :))
    Me has hecho reír con los adjetivos de tu vuelta... Dichosos nosotros con tus viajes. Me permito ponerlo en plural.
    Besotes.

    EMILIO:
    Gracias por recordar a Lorca.
    Un abrazo.


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