14 de octubre de 2018

Museo del oro / Bogotá

Poporo de oro

La ciudad de Bogotá era un caos, o quizás una palpitante capital. Tal vez, el lugar que acogía a una vibrante población, heredera de los muiscas, indígenas del altiplano colombiano. No sabe. Nunca le han gustado las ciudades y eso que siempre ha dependido de ellas en sus viajes.
Era difícil Bogotá. Era más fácil si el visitante centraba su actuación en el epicentro cultural, en La Candelaria. Y dentro de este foco, más bien al lado, un lugar destacado ocupaba el Museo del oro, ubicado allí en un moderno edificio. No sabría decir si por decisión arquitectónica o debido a diversas remodelaciones, el caso era que su fachada principal parecía reciente, un cubo de formas rectas como si fuera uno de los dados de un gigante parchís.
En su interior, haciéndose eco de la Lonely Planet, albergaba “más de 55.000 piezas de oro y otros materiales de las principales culturas precolombinas”. Había objetos de los muiscas, tesoros de los tayronas, o de los quimbayas, y también de la civilización zenú. Se supone que con la adquisición de un poporo de oro (objeto muy popular entre los indígenas tayrona), aunque aquel primerizo en cuestión era quimbaya, dio comienzo la colección.
Objetos de oro

Ante tanta exhibición de oro, y de tan variados orígenes, no era de extrañar que aquellos españoles colonizadores encendieran en su imaginación la leyenda de El Dorado. Mucho más sabiendo ahora que los muiscas eran muy dados a celebrar ceremonias y rituales en lagunas cercanas, como la de Guatavita. En estas ceremonias, los caciques o los ‘mamos’ llegaban a adentrarse en el centro de las aguas y arrojar oro y esmeraldas a las profundidades.
Con casi dos horas y media de observación de piezas, distribuidas de manera temática en tres amplios pisos, estos turistas españoles (habría más en el interior) pudieron llegar fácilmente a la conclusión de que era necesario e inevitable visitar aquel fastuoso museo. No haberlo hecho, hubiera sido una equivocación pasmosa, pues la calidad de lo que allí uno encontraba sería difícil de admirar en cualquier otro lugar.
Lo recomienda.
Todo se realizó sin prisas, con velocidad pausada. Necesario era recrearse en algunas figuras de espectacular forma y presentación, vitrinas y más vitrinas con una exhibición fulgurante de piezas. Pasear por sus galerías y salas era emprender un gran viaje al mundo precolombino. Era una muestra continua de piezas donde se podían ver los mitos, creencias, chamanismo y simbología de aquellas lejanas culturas.
El recorrido se estructuraba en torno a cuatro o cinco grandes espacios temáticos más una sala interactiva, en realidad, un espectáculo de luz y sonido que merecía la pena disfrutar.
No permitían hacer fotografías en su interior pero el viajero insatisfecho os puede asegurar que hizo algunas con el móvil, con disimulo, aunque en algún momento el vigilante le pillara en su punible acción pero, con un punto de complicidad, ‘se hiciera un poco el loco’.
Aquellos dos españoles salieron sonrientes y complacidos de aquel lugar cerrado, hermético, casi claustrofóbico pero terriblemente bello, llamado Museo del oro.
Objetos de oro



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4 comentarios:

  1. Qué gran trecho hay del simbolismo del oro precolombino a su materialidad postcolombina.

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  2. Bello es también tu relato!!!...
    Qué bien lo cuentas, describes, querido viajero. Y con esas fotos 'robadas' nos podemos hacer una idea de como 'relucía'ese museo del oro. Yo también salgo complacida de tu 'dorado' post. Aunque a mí me guste mucho más la plata.

    Siento tardar tanto en pasar por tu 'terruño', vuajero-'in', aunque a veces paso en 'silencio'y te voy siguiendo...

    Besossss, BlasF.Tomè.

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  3. Pequeño pero matón es ese museo que va en crescendo creo recordar a medida que uno va subiendo plantas. Y bien ubicado en el corazón de La Candelaria. Esas fotos prohibidas a veces son más tesoro que lo que se fotografía. Saludos

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  4. Hola Blas: Comprendo que en un museo de pintura puedan prohibir hacer fotos si el flash puede dañarlas. En unos museos te dejan hacerlas y en otros no. Pero me parece que prohibir las fotos en el museo del oro no tiene mucho sentido...a no ser que piensen en posibles cacos. Pero seguro que estos tienen otros medios... En fin, ellos se lo pierden, al no dar difusión a estas joyas de su cultura.

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