Poporo de oro
La
ciudad de Bogotá era un caos, o quizás una palpitante capital. Tal vez,
el lugar que acogía a una vibrante población, heredera de los muiscas, indígenas del altiplano
colombiano. No sabe. Nunca le han gustado las ciudades y eso que siempre ha
dependido de ellas en sus viajes.
Era
difícil Bogotá. Era más fácil si el visitante centraba su actuación en
el epicentro cultural, en La Candelaria. Y dentro de este foco,
más bien al lado, un lugar destacado ocupaba el Museo del oro, ubicado
allí en un moderno edificio. No sabría decir si por decisión arquitectónica o debido
a diversas remodelaciones, el caso era que su fachada principal parecía reciente,
un cubo de formas rectas como si fuera uno de los dados de un gigante parchís.
En
su interior, haciéndose eco de la Lonely
Planet, albergaba “más de 55.000 piezas de oro y otros materiales de las
principales culturas precolombinas”. Había objetos de los muiscas, tesoros de los tayronas,
o de los quimbayas, y también de la
civilización zenú. Se supone que con la
adquisición de un poporo de oro (objeto muy popular entre los indígenas tayrona), aunque aquel primerizo en
cuestión era quimbaya, dio comienzo
la colección.
Objetos de oro
Ante
tanta exhibición de oro, y de tan variados orígenes, no era de extrañar que
aquellos españoles colonizadores encendieran en su imaginación la leyenda de El
Dorado. Mucho más sabiendo ahora que los muiscas eran muy dados a celebrar ceremonias y rituales en lagunas
cercanas, como la de Guatavita. En estas ceremonias, los
caciques o los ‘mamos’ llegaban a adentrarse en el centro de las aguas y arrojar
oro y esmeraldas a las profundidades.
Con
casi dos horas y media de observación de piezas, distribuidas de manera temática
en tres amplios pisos, estos turistas españoles (habría más en el interior)
pudieron llegar fácilmente a la conclusión de que era necesario e inevitable visitar
aquel fastuoso museo. No haberlo hecho, hubiera sido una equivocación pasmosa,
pues la calidad de lo que allí uno encontraba sería difícil de admirar en
cualquier otro lugar.
Lo
recomienda.
Todo
se realizó sin prisas, con velocidad pausada. Necesario era recrearse en
algunas figuras de espectacular forma y presentación, vitrinas y más vitrinas
con una exhibición fulgurante de piezas. Pasear por sus galerías y salas era emprender
un gran viaje al mundo precolombino. Era una muestra continua de piezas donde
se podían ver los mitos, creencias, chamanismo y simbología de aquellas lejanas
culturas.
El
recorrido se estructuraba en torno a cuatro o cinco grandes espacios temáticos
más una sala interactiva, en realidad, un espectáculo de luz y sonido que merecía
la pena disfrutar.
No
permitían hacer fotografías en su interior pero el viajero insatisfecho os puede asegurar que hizo algunas con el
móvil, con disimulo, aunque en algún momento el vigilante le pillara en su punible
acción pero, con un punto de complicidad, ‘se hiciera un poco el loco’.
Aquellos dos españoles salieron sonrientes y complacidos de aquel lugar
cerrado, hermético, casi claustrofóbico pero terriblemente bello, llamado Museo
del oro.
Objetos de oro
Copyright © By Blas F.Tomé 2018
4 comentarios:
Qué gran trecho hay del simbolismo del oro precolombino a su materialidad postcolombina.
Bello es también tu relato!!!...
Qué bien lo cuentas, describes, querido viajero. Y con esas fotos 'robadas' nos podemos hacer una idea de como 'relucía'ese museo del oro. Yo también salgo complacida de tu 'dorado' post. Aunque a mí me guste mucho más la plata.
Siento tardar tanto en pasar por tu 'terruño', vuajero-'in', aunque a veces paso en 'silencio'y te voy siguiendo...
Besossss, BlasF.Tomè.
Pequeño pero matón es ese museo que va en crescendo creo recordar a medida que uno va subiendo plantas. Y bien ubicado en el corazón de La Candelaria. Esas fotos prohibidas a veces son más tesoro que lo que se fotografía. Saludos
Hola Blas: Comprendo que en un museo de pintura puedan prohibir hacer fotos si el flash puede dañarlas. En unos museos te dejan hacerlas y en otros no. Pero me parece que prohibir las fotos en el museo del oro no tiene mucho sentido...a no ser que piensen en posibles cacos. Pero seguro que estos tienen otros medios... En fin, ellos se lo pierden, al no dar difusión a estas joyas de su cultura.
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