Momento de la llegada al lago Turkana
Mujeres 'turkanas' sentadas a la orilla del camino
Desde
esta ciudad hasta el pueblo Kalokol, ribereño del lago, fue
necesario que el mochilero alquilara una moto. El servicio regular de ‘matatus’ estaba sujeto a la usual arbitrariedad
africana, y no era muy fiable. Eran 60 o 70 kilómetros por una carretera, ya
sin asfalto, repleta de baches que el motero trataba de superar con un poco de
paciencia y un mucho de pericia. Fueron más de dos horas de trayecto donde se cruzaron
con rebaños de camellos, y camellos solitarios, con rebaños de cabras, y cabras
esquivas que balaban como desesperadas al paisaje de arena y espinas que todo
lo rodeaba. Pero, sobre todo, se cruzaron con varios poblados ‘turkanas’, humildes, rodeados de la
nada, sin agua, sin comida, o algo que se pareciera, sin un utensilio en el interior
de sus humildes chozas. Cabañas que desprendían pobreza y miseria. Se acercó a
una de ellas y vio muy cerca el vacío, la nada y la más absoluta penuria. “Es
como quieren vivir”, le dijo el guía-motero. No le creyó.
Cabaña 'turkana'
La
ruta continuaba monótona, con aquel sol silencioso y dañino para la blanca piel
del viajero insatisfecho. Nuevos
rebaños de cabras, un joven ‘turkana’ en bicicleta se aproximaba de frente por la carretera llena de socavones y
varias mujeres ‘turkanas’ sentadas aparecían
a la orilla del camino, bajo un árbol semiseco saturado de espinas.
Atravesaron,
sin detenerse, a su ritmo motero el pueblo de Kalokol y continuaron dos
o tres kilómetros más hasta la misma orilla del lago. Ningún paisaje especial a
la vista, pero un grito atronador de alegría descolocó a aquellas mujeres ‘turkanas’ que, apoyadas en un pequeño
bote pesquero, charlaban en la orilla. El sueño de ver el lago Turkana, cumplido. Es
el mayor lago permanente, en entorno desértico, del mundo. Según algunas
informaciones, en peligro por el control en el suministro de aguas del río Omo
que lo alimenta.
Tocó sus aguas, entre restos de pequeños peces muertos, y respiró fuerte su calurosa y reposada brisa. El sol se mostraba, en aquel momento, en todo su esplendor y picaba al mochilero.
Se fueron de vuelta al pueblo de Kalokol a vivir, de nuevo, un poco el bullicio africano.
Se fueron de vuelta al pueblo de Kalokol a vivir, de nuevo, un poco el bullicio africano.
Paisaje y camellos pastando
Copyright © By Blas F.Tomé 2016
Te copio "la mente viajera a veces va por veredas que nada tienen que ver con la búsqueda de un sorprendente espectáculo natural" porque es una gran verdad que creo solo puede comprender quien vive a fondo el viaje y tiene tu experiencia, tan deseada, tan insatisfecha.
ResponderEliminarHas escrito un artículo que está a la altura de tu pasión y tu deseo. Una lectura apasionante que nos hace sentir a tus lectores todas las maravillas y desencajes del viajar.
Gracias y saludos.
Precioso relato, Blas.
ResponderEliminarMe he imaginado acompañándote a recorrer ese camino contigo en otra moto.
Será "primera parte" ¿no?, porque mas que a medias, me quedo con la miel a la vista. Porque efectivamente, de regreso de una semana de ciaje, entiendo perfectamente la insatisfación de no completar el viaje nunca. Aparte de sudar y masticar el polvo del camino macerando el culo ¿no es otra tortura ver pasar tantas imágines y no poder fotografiarlas?.
ResponderEliminarMe van esos descubrimientos Blas. Todos alcanzables, como éste, a pesar de lo que te costó llegar.
ResponderEliminarPor cierto , esa cabaña turkana está para añadir a tu post de construcciones africanas comparables a las de Roma. También tiene su corazoncito.
Saludos
Los tienes cuadraos, Blas.
ResponderEliminarLas mujeres turkanas no se quedaron descolocadas por tu grito atronador.
Es porque los tienes cuadraos.
Un abrazo: emilio
Si si si!!!!!!! AFRICA le inspira a nuestro Insatisfecho, que nos regala, esta vez, un bello relato apasionado. Nada de meditaciones budicas!
ResponderEliminarComo bien dices existen lugares enraizados en nuestro corazon, que tenemos que abrazar un dia, son parte de nuestro "imaginaire" que dirian los french people...
Besos
Lo felicito: primero por querer conocer, vivir de cerca otras geografías, otras gentes. Segundo, lo felicito por las fotos publicadas. Me atraen profundamente los Pueblos originales y su forma de vivir o subsistir. Lo que me indigna que, habiendo ellos llegado hasta nuestro tiempo, en vez de ser sus vidas mas fáciles, parecen siempre estar en peligro.Cordiales saludos.
ResponderEliminarPareces Speeke descubriendo el lago Victoria, jajajaja. me alegro de que llegaras (yo no lo conozco). Lo que intuyo por tu crónica es que las carreteras keniatas siguen igual de mal... o peor. Están todas hechas una ruina.... ¿donde mete el gobierno el pastizal que saca por cobrar una desmesura a los turistas en los parques nacionales? Pregunto yo.
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