Hipopótamos en el lago Edouard
Ayer,
después de casi dos años de haber visitado Uganda, ha recibido un wathsapp, con un mensaje de voz de un
joven ugandés que quería saludarle. Este hecho, este mensaje, le hizo recordar aquella jornada de descanso en Kabatoro
Guest House, a la salida del Queen Elizabeth National Park. El emisor de la nota era un empleado de aquella guest
house donde pasó una noche.
Por
cierto, noche de infausto recuerdo.
[Esto
que va a contar fue su experiencia, aunque sabe, por el mensaje de este
empleado, que el staff ha cambiado y puede haber variado la calidad del establecimiento].
Este
‘hotelucho’ -por internet se dejaban
ver opiniones de las que se deducía cierta calidad- estaba en medio de la nada,
y cuando el viajero insatisfecho
apareció por allí, después de visitar el parque nacional, no tenían ni agua
para una obligada ducha, olía a puta-mierda, pero mierda de la auténtica, no
ofrecía wifi y pasó una noche de
diablos.
Eso
sí, los chicos y la chica que mantenían aquello (mal, por supuesto) eran
agradables y hacían lo que buenamente podían. Que podían poco. Les encomendó
que arreglaran la avería del agua y a ello se pusieron con cierto ahínco,
aunque pasados 20 minutos, de abrir y cerrar llaves o de subirse al depósito
del agua, abandonaron el trabajo que vieron irresoluble.
Otro
delito, la cerveza estaba caliente pero, después de una ducha de ‘cubo y cazo’,
de esas que con un recipiente pequeño se rocía el cuerpo con el agua que hay en
otro, beber una cerveza era uno de los pocos placeres permitidos en África. Mientras
se ocupaba de ello, a lo lejos, dos elefantes atravesaron ligeros un claro en
la espesura de la cercana selva. Después, en una amigable charla con los
empleados que habían suspendido sus trabajos de arreglo de la avería,
se enteró, también, de otra mancha. Si quería desayunar al día siguiente algo
decente, dos huevos y un café, no un vaso de agua con regusto a inmundicia, tendría
que acercarse a comprarlo al poblado cercano de Katwe.
La
noche estaba cayendo en Kabatoro Guest House. El mochilero
leonés se sentía perdido, solitario por gusto, en la inmensidad de África. Un ‘boda boda’ (mototaxi en Uganda) era la única
solución para arribar en Katwe y comprar aquellos benditos huevos y café. Uno
de los jóvenes llamó por el móvil a uno de sus amigos motorista. La espera duró
unos 30 minutos.
Con
tres personas montadas en la moto, circulaban por un camino lleno de baches,
polvo y oscuridad. Algún ruido o berrido lejano generaba cierta inquietud. Eran
los alrededores de un parque nacional que no tiene vallas y la permeabilidad de
la selva podía ofrecer sorpresas.
Katwe
era una pequeña localidad a orillas del Lago Edouard, en cuyos alrededores se
encontraba gran parte del Parque Nacional Queen Elizabert. Al llegar
a la población, como ya era de noche cerrada, al extranjero ‘de los huevos y el
café’ le dejaron en una especie de restaurante local mientras los jóvenes
agenciaban los productos estrella. Aparecieron media hora más tarde cuando el
mochilero saboreaba una cerveza, esta sí fría. Los invitó a otra que bebieron
con rapidez. Montaron en la moto y desaparecieron en la noche.
Acababan
de salir del pueblo, cuando se toparon con una manada de hipopótamos que
atravesaba el polvoriento camino, cortándolos el paso. Stop. Unos 20 o 30 animales, grandes y
pequeños, cruzaban la vía con parsimonia. Salían, pudo saber, a pastar en las
orillas del lago.
¡Peligro,
peligro!
Este mochilero, allí parado, viendo pasar en la oscuridad de la noche una manada de hipopótamos a uno o dos metros de la moto, se sintió muy vulnerable. El miedo, el silencio y la poca luz que salía del foco parecían estar ensamblados con la noche. El hipopótamo sin duda era el animal más mortífero de África. Unas veces atacaba por defender a sus crías, otras porque se invadía su territorio, y otras si se sentía amenazado. Supuso entonces, y ahora, que aquella noche, perdidos en aquel paraje africano, no cumplieron para los hipopótamos ninguna de las premisas anteriores. Estos artiodáctilos herbívoros cruzaron el camino y no se sintieron amenazados por aquellos tres motorizados individuos; al menos, uno de ellos, casi petrificado en el sillín de la moto.
Este mochilero, allí parado, viendo pasar en la oscuridad de la noche una manada de hipopótamos a uno o dos metros de la moto, se sintió muy vulnerable. El miedo, el silencio y la poca luz que salía del foco parecían estar ensamblados con la noche. El hipopótamo sin duda era el animal más mortífero de África. Unas veces atacaba por defender a sus crías, otras porque se invadía su territorio, y otras si se sentía amenazado. Supuso entonces, y ahora, que aquella noche, perdidos en aquel paraje africano, no cumplieron para los hipopótamos ninguna de las premisas anteriores. Estos artiodáctilos herbívoros cruzaron el camino y no se sintieron amenazados por aquellos tres motorizados individuos; al menos, uno de ellos, casi petrificado en el sillín de la moto.
Copyright © By Blas F.Tomé 2019
Hombre Blas. Que falte agua o que se tenga uno que duchar a cazo como el antaño es normal y soportable. Ahora que lo de la cerveza caliente si es delito, y de cárcel!! jeje.
ResponderEliminarCurioso lo del muchacho que te mandara un audio 10 años después.
Bueno, lo de la manada de hipopótamos si pareció seria la cosa y más en la oscuridad de la noche africana. Uganda, habrá que conocerla pronto. Aunque no sé si todavía estará el hostal, ni los hipopotamos. Pero por ese Parque Nacional entre otras cosas, bien merezca la pena. Saludos Blas. No es la primera vez que lo digo. Siento curiosidad por tu próxima inquietud viajera :)Un abrazo
Blas,
ResponderEliminaryo os imagino a todos, en el momento que describes (incluido hipopótamos cruzando...), y no sé si serían los minutos más largos de tu vida... Supongo que en un momento así ni se pestañea... Qué experiencia tan inolvidable, imagino... Petrificado, con un nudo en la garganta y estómago ( y con 'la cerveza ya casi en los pies'...) así te imagino hasta que pasaron los 'hipos' que iban sólo a lo suyo... ¡Menos mal!!...
Lo de 'boda boda' para llamar a la mototaxi, me ha parecido muy curioso... �� Y lo de la 'ducha-cazo' me ha evocado imágenes de las películas del oeste... Y te imaginaba metido el barreño-bañera.. Ji! :)))
Pero bueno, quitando el 'hotelito' y sus 'inmejorables servicios'..., al menos te llevaste la experiencia de tener los hipopótamos 'a tus pies'.... No todo el mundo puede decir lo mismo.
Besossssss
Vaya jornada, Blas: sin ducha, la cerveza caliente, el desayuno de marras y los hipopótamos:
ResponderEliminarNo me extraña que el curtido leonés sintiera el peso de la noche y algo de miedo. Ahora bien, lo que no sabía era que el hipopótamo sea uno de los animales más mortíferos de África,
Y hablando de África, aunque cambiando de tema: ¿Has visto el reportaje sobre África en el País semanal? ¿Qué te parece? Voy a leerlo con atención, pero ahí va la primera impresión: demasiado optimista,
Un abrazo!
Yo que me habia pordido esta nochecita hipopotamera...
ResponderEliminarMe encanta!
Mira, gracias al movil, todo se arregla...
Aqui es o de las motos-taxo no se stila todavia. Creo que nadie se fiaria. Es el imperio del autoricksha.
En cuanto al sistema "balde-tanque, te dire que me encanta, bien sentadita, chorreando agua a plazar.
No hay ducha que iguale este confort. Jajaja!
Besos